"Un relanzamiento de la globalización"
La politóloga india Amrita Narlikar habla sobre el futuro de la globalización y la cooperación entre democracias.
Amrita Narlikar es profesora de ciencias políticas en la Universidad de Hamburgo y presidenta del German Institute for Global and Area Studies, GIGA, en Hamburgo. Es de la India y además Distinguished International Fellow of the Indian Association of International Studies (IAIS). Tres preguntas a Amrita Narlikar sobre la guerra contra Ucrania y las consecuencias para la globalización.
Profesora Narlikar, el ataque a Ucrania decidido por el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha puesto claramente de manifiesto las dependencias económicas mundiales. ¿Estamos asistiendo al sigiloso fin de la globalización?
Si los retos actuales se afrontan con eficacia, es posible que no veamos el fin de la globalización, sino su relanzamiento. Algo bueno de la globalización ha sido que ha sacado a millones de personas de la pobreza más absoluta. Pero demasiados científicos y políticos han subestimado el lado oscuro de la globalización. Además de los problemas de desigualdad y marginación de los actores más débiles, asistimos ahora a un mundo en el que las dependencias económicas mutuas se utilizan como arma. En este mundo de competencia geoeconómica, ahora hay una relación coste-beneficio sin precedentes entre prosperidad y seguridad. Para afrontarlo con éxito se requiere un reajuste de las cadenas de suministro, especialmente en áreas estratégicas, así como una reforma fundamental de los parámetros del multilateralismo.
¿Se dividirá de nuevo la economía mundial en bloques separados, los siete países industrializados y las democracias más importantes, incluida la UE, una esfera de influencia dominada por China, una Rusia aislada y una India cada vez más emancipada?
Si se gestionan con éxito los riesgos de seguridad del intercambio económico, no hay necesidad de dividir el mundo en bloques. Un buen escenario sería una diversificación cuidadosamente gestionada de las cadenas de suministro con un mayor grado de integración entre socios y aliados afines. Pero si nos negamos a reconocer los peligros del modelo de globalización convencional, habrá problemas mucho mayores en el futuro. Un ejemplo es la dificultad de Alemania para liberarse de la dependencia de los suministros energéticos de Rusia; otro es la dependencia de India de los equipos militares rusos. Son lecciones duras que no deben repetirse con respecto a China. El reajuste de las cadenas de suministro debe realizarse sin demora, y la UE y la India deben colaborar estrechamente en una serie de problemas comunes.
En el fondo está latente el conflicto entre China y Taiwán. Occidente está aún más vinculado económicamente con China que con Rusia. ¿Qué nos espera?
Definitivamente debemos colaborar con Estados Unidos ahora, y también con las democracias afines del Sur Global que también están preocupadas por los avances autoritarios en sus fronteras. La negativa de la India a adoptar una postura clara contra Rusia ha decepcionado a muchos; esta decepción es comprensible, pero la postura de la India no debería haber sido una sorpresa, dada su enorme dependencia del equipo militar ruso. Ahí radica una trágica ironía: al no enfrentarse a Rusia, India está apoyando sin querer a China. Si profundizamos nuestra cooperación con democracias como la India - en materia de transformación ecológica, transformación digital y también de tecnología sensible - no solo actuamos en nuestro propio interés, sino que también apoyamos nuestros valores compartidos. La invitación del canciller Olaf Scholz al primer ministro indio Narendra Modi a la cumbre del G7 ha sido una señal en la dirección correcta. Pero hay que hacer mucho más en ese sentido.
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