La transición energética en América Latina
Muchos países de América Latina desean apostar más por las energías renovables – también con apoyo de Alemania. Tres ejemplos de exitosa cooperación.
México – El país del sol
Si se mide por las horas de sol, México es un país dichoso. Está situado en el llamado "sunbelt". La radiación media de luz solar es allí casi el doble que en Alemania. Las condiciones para el aprovechamiento de la energía solar son por eso ideales. "Sin embargo, el enorme potencial apenas se explota", indica Stephan Opitz del banco de desarrollo KfW.
Si bien se han instalado muchos sistemas fotovoltaicos en los tejados, éstos no están conectados a la red y solo sirven para uso propio. Solo hay dos plantas de energía solar que suministran electricidad en México. El país petrolero todavía produce la mayor parte de su energía a partir de combustibles fósiles. En el área de generación de electricidad, el porcentaje es de más del 80 por ciento.
Esto se espera que cambie en adelante, también gracias al apoyo de Alemania. Con una reforma energética y la ley de transición energética, México ha sentado las bases para promover más fuertemente las energías renovables. El objetivo es incrementar el porcentaje de las energías limpias al 35 por ciento hasta 2024, aunque México incluye entre ellas la energía nuclear. Los dos reactores nucleares del país contribuyen actualmente a casi un cinco por ciento de la energía total producida.
Con un paquete de créditos de banco alemán KfW por valor de 220 millones de euros se piensa construir ahora plantas de energía solar modelo que demuestren que la energía solar en México es técnicamente factible y económicamente viable. También se apoya el programa estatal "EcoCasa". "Con nuestro compromiso, apoyamos a México en la transición energética", recalca Opitz. Y el éxito del proyecto beneficia a todos: México es uno de los diez países con la mayor emisión de gases de efecto invernadero del mundo.
Brasil - Energía hidroeléctrica insuficiente
Las cifras impresionan: un 40 por ciento de la energía de Brasil procede ya hoy de fuentes renovables. En el caso de la electricidad este porcentaje es incluso del 75 por ciento. De este modo, el quinto país del mundo ya hoy alcanza casi el objetivo que Alemania se ha fijado para el 2050. Esto se explica por el enorme potencial de la energía hidroeléctrica y por el uso de biocombustibles en el sector del transporte. La energía eólica y solar, en cambio, tiene una importancia mucho menor.
Pero en los últimos años, Brasil ha sufrido largos periodos de sequía, lo que causa problemas a la energía hidráulica. Por eso el Gobierno de Brasil desea ampliar cada vez más fuentes alternativas de energía renovables. Hasta 2030, del 28 al 33 por ciento de la energía y al menos un 23 por ciento de la electricidad deberá proceder de energías renovables alternativas.
Alemania desea apoyar a Brasil en esos esfuerzos. Ambos países están unidos por una alianza estratégica desde 2008. En 2015 se firmó una declaración conjunta sobre la protección del clima. El Gobierno alemán ha comprometido alrededor de 550 millones de euros para proyectos conjuntos, que tienen por objetivo promover el desarrollo de las energías renovables y la protección de la selva tropical del Amazonas.
Porque la deforestación - muchas veces ilegal - de los bosques tropicales contribuyen con un 35 por ciento a la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero en Brasil. La tala ocupa así el primer puesto en este ranking, incluso antes que el sector de energía. La meta común brasileña-alemana es poner fin a la tala ilegal hasta 2020, que ha vuelto a crecer en los últimos tiempos.
Argentina - País en transición
"Argentina, como país que presidirá la cumbre G-20 de 2018, es para nosotros un importante socio estratégico", resalta Jochen Flasbarth. En febrero, el secretario de Estado del Ministerio Federal de Medio Ambiente viajó a Buenos Aires para sondear de qué forma Alemania puede apoyar al país sudamericano en sus esfuerzos por continuar las iniciativas en materia de políticas ambiental y climática de la presidencia alemana del G-20.
Si bien Argentina cuenta desde 2006 con una ley para el desarrollo de las energías renovables, en la práctica tiene que empezar casi de cero. En 2012 había aerogeneradores con una potencia instalada de solo 130 megavatios, y en el área de sistemas fotovoltaicos la capacidad era de 6 megavatios. Sin tener en cuenta la energía hidroeléctrica, en 2014 solo el 1,5 por ciento de la electricidad en Argentina provenía de fuentes renovables. El plan es alcanzar una cuota de al menos un 20 por ciento hasta 2025.
Hasta ahora predominan los combustibles fósiles, que están fuertemente subvencionados. Reducir estos subsidios resulta difícil. Los intentos en este sentido del nuevo Gobierno, que asumió en diciembre de 2015, se topan con una fuerte oposición de la población. Por eso es aún más importante una planificación a largo plazo que aumente la eficiencia energética.
La canciller alemana Angela Merkel ha asegurado su apoyo a Argentina. Se trata sobre todo de modernizar la infraestructura, por ejemplo de la red de abastecimiento de electricidad, y expandir las energías renovables.