Alemania sin el Muro
Un balance: en 30 años, mucho se ha nivelado, pero siguen existiendo diferencias.
En la euforia de los primeros meses después de la caída de la frontera interior alemana, la mayoría de los observadores imaginaron que los dos Estados y sus respectivos sistemas económicos convergerían más fácilmente de cómo luego realmente sucedió. El camino es largo y arduo… y la Alemania unida aún no ha llegado a la meta. Al principio fueron subestimados los problemas económicos de la unificación, porque el poderío económico de la RDA fue estimado mucho mayor de lo que realmente era. Después, no se reflexionó ni se tuvo lo suficientemente en cuenta la profunda huella que el sistema de la RDA había dejado en la mentalidad de su población. Y cuando la magia del nuevo comienzo se desvaneció, entre numerosos alemanes del Este cundió una gran nostalgia. Además, hasta hoy no hay respuesta a la insatisfacción de muchos que creen desvalorizadas sus biografías después del colapso de la RDA. Treinta años después de la caída del Muro, los problemas materiales de la unificación han sido en gran medida resueltos, pero aún existen muchas diferencias en la mentalidad social y la cultura política.
Probablemente, ello deberá ser aceptado durante mucho tiempo, incluso permanentemente: al fin y al cabo, también hoy existen considerables diferencias en las posturas políticas de los alemanes del sur y del norte en el oeste de Alemania (y las había en la antigua República Federal aún no unificada con la ex RDA). En este sentido, los alemanes del este se han sumado al país como un tercer grupo con mentalidad diferente. Así hay que verlo en un análisis desdramatizado de la Alemania unida, sin dejarse aturdir por las diferencias Este-Oeste subrayadas una y otra vez en los estudios demoscópicos. Alemania, cuyo Estado nacional fue fundado tardíamente, siempre ha sido un país con fuertes peculiaridades regionales. Eso no cambiará por el momento.
Si bien con los alemanes del este ha entrado en el espectro de opiniones y el comportamiento electoral de los alemanes un componente crítico con respecto a la inmigración, a veces xenófobo y predominantemente antislámico, ello de ninguna manera supone una posición especial de Alemania en Europa. En cuanto a la tendencia a apoyar partidos y movimientos populistas de derecha, los alemanes simplemente no son más una excepción en la tendencia general constatable en Europa, con la característica especial de que los populistas de derecha hasta ahora no han logrado formar parte de ningún Gobierno en Alemania, ni siquiera a nivel de estados federados. Alemania ha pasado a ser un país normal más en Europa, también en cuanto a una disminución de la estabilidad política, lo cual, a su vez, derivará seguramente en mayores dificultades para formar Gobierno en el futuro.
Lo que sí ha cambiado significativamente es el peso económico y la responsabilidad política de Alemania dentro de la Unión Europea. Mientras que Francia, Italia y Gran Bretaña solían estar aproximadamente a la par de la antigua República Federal en términos de economía y población, ello ha cambiado considerablemente desde 1990: hoy, Alemania es, por mucho, el país de la UE con el mayor número de habitantes y la mayor economía. El Gobierno alemán ha sido cauteloso en el ejercicio del poder de influencia que ha ganado como resultado de ello e interpreta su nuevo papel más como una mayor responsabilidad que como una mayor capacidad de imposición. Es probable que siga siendo así también en un futuro próximo, incluso si se hace realidad en los próximos años el mayor compromiso exigido por muchos a Alemania en la política exterior y de seguridad de la UE.
El autor: El Prof. Dr. Herfried Münkler es uno de los más destacados politólogos alemanes. Antes de ser nombrado profesor emérito, en octubre de 2018, ejercía la docencia en la Universidad Humboldt de Berlín.
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