Un viaje en bicicleta a lo largo del antiguo Muro
Un dossier con ocasión del 25 aniversario de la caída del Muro. En la parte 10 seguimos en bicicleta el trazado del antiguo muro y experimentamos lo que hoy es casi incomprensible: Berlín como ciudad dividida.
Antes de comenzar el recorrido, Knut señala una pequeña entrada. “Franz-Club” se lee en un cartel sobre la puerta. “Aquí conocí en los años 70 a la cantante punk Nina Hagen”, dice. La historia de la Berlín dividida es también la historia de Knut. El guía turístico, de 60 años, nació en el distrito de Prenzlauer Berg, en Berlín Oriental, y allí vive hasta hoy. Knut va adelante en bicicleta y lleva al grupo a lo largo de edificios antiguos renovados hasta llegar al parque deportivo Jahnstadion. Por detrás de él pasaba el Muro. Knut dibuja con el pie en la gravilla un gran círculo. En el medio, una línea; arriba a la derecha, otra línea. “Este círculo”, dice “era Berlín Occidental”. Encerrada.
Luego de pasar frente al estadio, el grupo atraviesa un parque. Donde hoy se ven a parejas sentadas sobre mantas, turistas bebiendo cerveza y familias haciendo una barbacoa se hallaba antes la franja de la muerte. Un par de cientos de metros más adelante, la calle Oderberger Strasse se encuentra con la Bernauer Strasse. En el suelo, una pequeña franja adoquinada recuerda la construcción que el 13 de agosto de 1961 plasmó en hormigón la división de Alemania: el Muro de Berlín, de 167,8 kilómetros de largo. El régimen de la RDA dio la orden de aislamiento porque en 1961 la situación económica había empeorado dramáticamente y el número de fugitivos aumentaba día a día.
Roswitha Funck, de Hamburgo, que hoy tiene 66 años, visitó por primera vez Berlín en 1961. Funck tenía una amiga por correspondencia en la parte occidental de la ciudad y recuerda aún muy bien cuán irreal le pareció todo cuando, a los diez años de edad, visitó por primera vez la ciudad, símbolo de la Guerra Fría. Hoy lo vuelve a experimentar en el recorrido a lo largo de la ubicación del Muro. Su mirada se detiene en las viejas vigas de acero del Muro. Al lado, Knut llama la atención sobre losas en el suelo, que simbolizan bocas de túneles de fuga. Las historias de fugitivos fascinan hasta hoy. La historia preferida de Knut es la del “hombre pato”. Los guardias fronterizos dudaron, pero el hombre hasta graznaba… y efectivamente logró cruzar a nado.
Günter Litfin no lo logró. Fue matado a tiros el 24 de agosto de 1961, en un intento de fuga a Berlín Occidental. Fue la primera víctima mortal del Muro. Knut conoce a Jürgen, hermano de Günter. Cuando cuenta la historia hace una pequeña pausa, mira la foto del fallecido y mueve la cabeza. Una víctima de muchas.
La “East Side Gallery”, una galería al aire libre en el distrito berlinés de Friedrichshain, es lo más adecuado para cambiar de pensamientos. Aquí se halla un tramo del antiguo Muro de aproximadamente un kilómetro de largo pintado por artistas en 1990, poco después de la reunificación. Es un símbolo del derribamiento pacífico de la Cortina de Hierro. A orillas del Spree, detrás del trozo de Muro, se hallan sentados turistas. Adelante, visitantes fotografían las pinturas. Muchos de ellos aún no habían nacido cuando cayó el Muro. Sobre todo se interesan por el arte y los graffiti. Para Knut, sin embargo, el guía turístico del este de Berlín, que nació cuando el Muro aún no existía, este lugar relata una historia muy diferente.
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