“La religión nunca es la causa de conflictos”
¿Sería el mundo más pacífico sin religión? Por el contrario, dice el investigador de conflictos Markus A. Weingardt, los actores religiosos pueden promover la paz particularmente bien.
Sr. Weingardt, casi todos los días leemos sobre violencia e incluso guerras en nombre de la religión. ¿Sería el mundo más pacífico sin religión?
No, estoy seguro de que no. La religión nunca es realmente la causa de los conflictos. Se la utiliza para justificarlos. Eso es válido también de manera similar para las ideologías seculares, tales como el nacionalismo o el comunismo.
Usted ha buscado en todo el mundo actores religiosos que promueven la paz. ¿Qué ejemplos encontró?
Hay docenas. En Mozambique, el movimiento laico católico Sant'Egidio negoció en 1992 un tratado de paz integral, en el cenit de una cruel guerra civil que se cobró millones de víctimas. Durante el genocidio en Ruanda, en 1994, los musulmanes allí se negaron casi colectivamente a recurrir a la violencia y salvaron a miles de personas perseguidas, a menudo arriesgando sus propias vidas.
¿Existen también en Alemania ejemplos del accionar de las religiones por la paz?
Naturalmente. Es muy probable que la reunificación alemana no se hubiera logrado tan pacíficamente sin las iglesias protestantes de la RDA. También el movimiento de paz fue y es impulsado por muchas personas que protestan por convicción religiosa contra la guerra o el emplazamiento de armas nucleares. Por último, pero no por ello menos importante, el trabajo con los refugiados es también una forma de trabajo por la paz, realizado a menudo por inspiración religiosa. Eso también se aplica al asilo eclesiástico.
¿Qué hace que los representantes religiosos sean tan influyentes como negociadores de paz?
Disfrutan de confianza, incluso de un adelanto de confianza. A menudo se considera que los actores religiosos son altruistas: su motivación es comprensible, no se los asocia ni con la corrupción ni con el nepotismo. Y se les considera competentes con respecto a cuestiones tales como la culpa, el pecado o la reconciliación, Dado que no trabajan con presiones y amenazas, no hay consecuencias negativas que temer si una iniciativa de mediación fracasa. Ese adelanto de confianza específicamente religioso abre puertas y espacios de acción, lo que supone una enorme oportunidad y responsabilidad.
¿Qué significa eso para la política?
Los políticos han reconocido por fin que los actores religiosos han sido marginados durante demasiado tiempo en su calidad de potenciales apoyos en la política exterior. La política, las organizaciones no gubernamentales y los actores religiosos disponen de diferentes posibilidades y competencias que pueden complementarse entre sí. Si todos trabajamos juntos de manera constructiva, en el mundo habrá más paz.
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