Investigadores del clima en las alturas
Jürgen Kesselmeier, del Instituto Max Planck de Química, sobre una torre de medición en la Amazonia, de 325 m de altura.
El “Amazonian Tall Tower Observatory” (ATTO) será, con sus 325 metros, más alto que la Torre Eiffel. ¿Qué quiere medir con él?
Esencialmente se trata de estudiar los procesos de intercambio entre la biosfera y la atmósfera en la mayor selva pluvial del mundo. Ya hay allí algunas torres de medición, pero no pasan de los 80 metros de altura. A esa altura solo podemos analizar procesos de intercambio locales. Con ATTO salimos de la capa inferior de la atmósfera y registramos también los desplazamientos de larga distancia de diversos gases. Queremos saber, por ejemplo, cómo cambia el aire del Atlántico durante el largo desplazamiento sobre la Amazonia.
¿Cómo funciona exactamente la torre?
Bombas aspiran el aire de las alturas, que es transportado por tubos hacia un cuarto de temperatura controlada en el que se hallan nuestros aparatos de medición. Más adelante quizás instalemos otros instrumentos arriba en la torre, ya que algunos radicales químicos reaccionan con las paredes del tubo y no pueden ser medidos abajo. En el caso de muchos gases traza, sin embargo, el método actual funciona muy bien. Junto al ATTO se halla una segunda torre transitable, de unos 80 metros de altura, y un mástil de medición de altura similar, con la cual extraemos pruebas. Paralelamente a la observación de las capas de aire superior e inferior queremos registrar los movimientos de los gases traza en forma tridimensional: cómo se trasladan entre la biosfera de la selva y la atmósfera, pero también dentro de la selva.
Usted quiere saber más acerca de cómo la selva pluvial influye sobre el clima mundial. ¿Qué sabe ya?
La región desempeña un papel decisivo para el clima mundial. La selva pluvial atrapa mucho carbono en forma de materia orgánica. Además, la gran evaporación de la selva genera muchas nubes. Estas bloquean las radiaciones solares e impiden que la región se seque. La selva absorbe además agua transportada por el aire desde el Atlántico y la conduce de regreso al océano a través de ríos. Hay, sin embargo, una serie de cuestiones irresueltas. Queremos comprender mejor, por ejemplo, cómo se forman partículas de aerosol en la atmósfera y por qué hay allí relativamente mucho sulfato, del que no sabemos de dónde proviene. Tampoco entendemos aún lo suficientemente bien la física y la química de la atmósfera como para poder predecir reacciones allí. Solo podemos conjeturar qué puede pasar si todo ese sistema dejara de funcionar.
La construcción de la torre es un proyecto conjunto germano-brasileño. ¿Cuáles fueron los desafíos?
Construirla no fue fácil. Empezando por la búsqueda del lugar adecuado. Debía estar a suficiente distancia de Manaos, porque las emisiones allí son altas. Además, el lugar tenía que ser fácilmente accesible, pero no tan fácil que pudiera transformarse en una meta turística. Nos decidimos por un lugar a 150 kilómetros de Manaos y al que solo puede llegarse en lancha. Los componentes de acero de la torre debieron ser transportados por el río Uatumã. Debido a El Niño no fue fácil pronosticar el tiempo y los trabajos debieron ser suspendidos varias veces. Ambos socios invirtieron mucha energía en el proyecto. A menudo debieron revisarse los planes, comparar y mejorar los trabajos.
¿Quién financia el proyecto?
El presupuesto para la construcción de la torre es de unos 8,4 millones de euros. El 50 por ciento proviene del Ministerio Federal de Educación e Investigación de Alemania, la otra mitad de la parte brasileña. La torre tendrá una vida útil estimada en 20 a 30 años. El mantenimiento no es muy costoso. Esperamos que sean desarrollados aquí diversos programas internacionales de investigación, que ayuden a alimentar el proyecto en los próximos años.
¿Cómo se desarrolla la cooperación en la investigación?
No está rígidamente definida, sino que depende de los conocimientos que posee cada parte. Hay un grupo de trabajo del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia (INPA) de Manaos especializado en procesos de transporte en la atmósfera. Investigadores de la Universidad de San Pablo estudian por su parte la química de la atmósfera, la combustión de biomasa y la producción de aerosoles. Un grupo de la estatal Universidad de Manaos analiza los gases traza reactivos. Esos conocimientos se complementan excelentemente con los del Instituto Max Planck de Química en Maguncia y de Biogeoquímica en Jena. Habrá por lo tanto mediciones de diversos expertos con instrumentos diferentes en relación con las mismas cuestiones, de tal forma que siempre podremos realizar comparaciones. Además están planeados proyectos interdisciplinarios sobre la vegetación, los suelos y la biodiversidad.
El Instituto Max Planck opera una torre similar en Siberia. ¿Son reunidas las investigaciones?
La torre ZOTTO es operada por el Instituto Max Planck de Biogeoquímica de Jena y el Instituto Forestal Sukachev de la Academia Rusa de las Ciencias. Allí también medimos gases de efecto invernadero, otros gases traza y aerosoles en la atmósfera luego de un largo transporte bajo influencias continentales. Naturalmente, los conocimientos confluyen.
¿Pondrá los datos de medición a disposición del público?
La mayoría de los resultados son publicados después de un año. Con el embargo queremos proteger a nuestros doctorandos, que provienen de ambas partes del Atlántico y cooperan entre sí. Como trabajamos en proyectos conjuntos, sin embargo, los datos están a disposición de muchos colegas desde un principio. Luego se beneficiarán de ellos científicos en todo el mundo. ▪
Entrevista: Boris Hänßler