25 años alemanes
La reunificación de las partes oriental y occidental de Alemania fue transformada por la población en una historia de éxito
Toda persona que experimentó en Alemania, ya sea en la República Federal de Alemania o en la RDA, conscientemente la caída del Muro sabe dónde estuvo el 9 de noviembre de 1989. Es un día de la memoria colectiva. Un día de la alegría. Para muchos no es fácil, sin embargo, acordarse tan claramente del 3 de octubre de 1990, el día en que Alemania se reunificó luego de cuatro décadas de división. Para la historia alemana reciente, ese día de hace 25 años tiene, sin embargo, por lo menos la misma importancia. La unidad alemana se consumó jurídicamente el 3 de octubre de 1990, con la adhesión de los cinco nuevos Estados federados, Brandeburgo, Mecklemburgo-Pomerania Occidental, Sajonia, Sajonia Anhalt y Turingia, “al área de vigencia de la Ley Fundamental de la República Federal de Alemania”. La Revolución Pacífica en la RDA y la aprobación de las potencias vencedoras de la II Guerra Mundial hicieron posible la unidad alemana. La libertad había vencido, la democracia tiene vigencia desde entonces en todo el país y no solo en la parte occidental. El territorio de la República Federal de Alemania aumentó en casi un tercio y se agregaron unos 16,5 millones de habitantes. Los alemanes celebraron efusivamente también el 3 de octubre de 1990: políticos dijeron discursos y hubo fuegos artificiales ante el edificio del Reichstag, la sede del Bundestag, en Berlín. Una multitud se extendió desde allí hasta la plaza Pariser Platz, delante de la Puerta de Brandeburgo, durante muchos años símbolo de la división, pero a partir de entonces símbolo de la unidad.
Para muchas personas, ya entonces la alegría por la reunificación se vio enturbiada por la preocupación respecto al futuro. Habiendo vivido hasta entonces en la dictadura de la RDA y conocido solo la economía planificada socialista, sus vidas cambiaron aceleradamente y en casi todas las áreas: mucho de la vida cotidiana debió ser reaprendido, el mundo laboral, la educación escolar, las guarderías infantiles, el trato con las autoridades e instituciones. Muchos debieron recomenzar de cero, perdieron el empleo, debieron aprender nuevas profesiones, reconstruir su vida. Viejas certidumbres y seguridades perdieron de pronto vigencia. Lo nuevo, la libertad, las muchas posibilidades también supusieron inseguridad y desconcierto.
Muchas personas habían emprendido ya en los meses anteriores viajes “de descubrimiento” a la “otra Alemania”. Muchos ciudadanos de la RDA quedaron desconcertados ante la variedad en los supermercados y tiendas en las ciudades de Alemania Occidental. Y a muchos alemanes occidentales los sorprendieron el olor omnipresente a lignito quemado en Alemania Oriental, las rutas y calles en mal estado, el estado ruinoso de muchas viejas casas en las ciudades, en cuyas fachadas se veían aún a menudo impactos de proyectiles de la II Guerra Mundial. Con la entrada en vigencia del Tratado de Unificación, el país pasó a ser formalmente uno, pero las condiciones de vida en ambas partes de Alemania no podían ser más diferentes. La “Reconstrucción del Este” se transformó en una tarea para todo el país y en uno de los más importantes objetivos de política interior de todos los Gobiernos federales a partir de 1990.
“En ambas partes de Alemania existía la voluntad de que la unificación se transformara en una historia de éxito, para que todos los alemanes tuvieron un buen futuro”, dice Renate Köcher, investigadora del Instituto Demoscópico Allensbach. La Federación ha invertido hasta hoy muchos miles de millones de euros para la equiparación de las condiciones de vida en ambas partes del país. De 1990 a 1994, los nuevos Estados federados recibieron 82.000 millones de euros del “Fondo de la Unidad Alemana”. En el marco del “Pacto Solidario I” fluyeron de 1995 a 2004 fondos de la compensación financiera entre los Estados federados y complementariamente 20.600 millones de euros anuales de la Federación. Desde el 2005 y hasta el 2019 está vigente el “Pacto Solidario II”, con un volumen total de 156.500 millones de euros. Todos los contribuyentes aportan a la “Reconstrucción del Este” a través de un suplemento de actualmente el 5,5 por ciento del monto de impuestos que pagan.
“Nuestro objetivo no es lograr condiciones de vida iguales, sino comparables”, dice Angela Merkel, la canciller federal, que creció en la RDA. “Hoy estamos mucho más próximos que hace diez o veinte años”, agrega. No en toda Alemania se desarrolla magníficamente la economía, ni en la parte oriental ni en la occidental. No obstante, lo logrado desde de la unificación de Alemania hasta hoy es considerable. Visible es sobre todo en la infraestructura de transporte y en las ciudades: 1900 kilómetros de autopistas federales nuevas o renovadas atraviesan los nuevos Estados federados y en total fueron iniciados 17 grandes proyectos de transporte, nueve en el sector ferroviario, siete en el de autopistas y una hidrovía. Las telecomunicaciones se hallan al más alto nivel europeo. La RDA había descuidado los cascos urbanos históricos, concentrándose en la construcción de edificios de viviendas prefabricadas. Hoy, el proceso de decaimiento ha sido detenido. Viviendas y casas han sido recuperadas y modernizadas energéticamente. Los cascos urbanos antiguos de Dresde, Erfurt, Greifswald, Leipzig, Potsdam, Weimar y muchas otras ciudades de la parte oriental de Alemania brillan hoy nuevamente con sus edificios históricos renovados, atrayendo a numerosos visitantes de todo el mundo.
El turismo se ha transformado en los nuevos Estados federados en un importante factor económico: Mecklemburgo-Pomerania Occidental, con las playas y rocas cretácicas del Báltico y numerosos lagos, es el Estado federado que más turistas atrae en verano. Muchos de los monumentos culturales históricos entre el Báltico y los Montes Erzgebirge están hoy incluidos en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. El desarrollo del turismo se debe también a la renovación ecológica del este de Alemania: la protección ambiental no era tema en la RDA. Con desastrosas consecuencias: una alta contaminación del aire, los ríos y los lagos, producida por la industria y la agricultura. La calidad del aire y el agua pudo ser mejorada rápidamente con el cierre de plantas industriales anticuadas y la construcción de plantas depuradoras. Mucho dinero y trabajo es invertido hasta hoy en la recuperación ambiental de las minas a cielo abierto de explotación de lignito: en la región de Lusacia y en Alemania Central surgieron así muchos lagos y nuevas áreas comerciales limpias. La transformación estructural y las medidas ambientales abrieron también nuevas oportunidades para las empresas: tecnologías ambientales y energías renovables desempeñan hoy un importante papel en los nuevos Estados federados. La “Iniciativa Cleantech” interconecta en red el potencial en esa área de gran futuro tecnológico. El objetivo es aumentar la competitividad internacional de las empresas ambientales de la parte oriental de Alemania.
El proceso de desarrollo económico en el este fue uno de los mayores desafíos de la reunificación. Rápidamente quedó en evidencia que las condiciones económicas en los nuevos Estados federados eran mucho peores de lo que los expertos habían supuesto. Muchas de las empresas de la antigua RDA no eran competitivas y tenían maquinaria anticuada. Muchas de ellas debieron cerrar, la desocupación aumentó. El producto interno bruto (PIB) de la parte oriental de Alemania se duplicó aproximadamente de 1992 hasta hoy. No obstante, el PIB per cápita en los nuevos Estados federados es aún hoy algo más de un 30 por ciento menor que en los antiguos Estados federados, se constata en el Informe Anual sobre el Estado de la Unidad Alemana 2014, del Gobierno federal. Luego de la reunificación surgió en los nuevos Estados federados una estructura económica marcada fuertemente por empresas pequeñas y medianas. Eso es visto como una causa del menor producto per cápita. En los últimos años, sin embargo, tiene lugar una reindustrialización, en áreas tales como las de las tecnologías ambientales, la industria química, la fabricación de maquinaria, la técnica médica y las tecnologías ópticas. Eso hizo que el desempleo se redujera, aunque todavía es más alto que en la parte occidental. Algunas antiguas “Empresas de Propiedad Popular” (VEB) lograron abordar con éxito su transformación estructural. Jena-Optronik, surgida de la VEB Car Zeiss Jena, por ejemplo, equipa hoy misiones espaciales con sistemas ópticos. También el combinado Eisenhüttenstadt era ya conocido en la RDA por su producción de acero. Hoy pertenece al grupo ArcelorMittal y es una acería de alta tecnología. Importantes centros económicos en la parte oriental son Leipzig y Dresde, ciudades con una antigua tradición como metrópolis industriales y feriales. El cambio demográfico y el éxodo rural plantean grandes desafíos a muchos municipios de la parte oriental de Alemania. La emigración interna en regiones económicamente débiles es alta desde 1990. Muchos no se marchan hoy, sin embargo, hacia la parte occidental, sino hacia grandes ciudades en la parte oriental. La tendencia a vivir en ciudades se constata también en la parte occidental.
Un importante papel para el futuro económico de los nuevos Estados federados desempeña una moderna infraestructura científica: 24 universidades estatales, 53 universidades de ciencias aplicadas y unas 200 instituciones de investigación extrauniversitarias son enumeradas en el Informe sobre la Unidad Alemana. Es una densa red. La cooperación con las universidades y los institutos de investigación tiene gran valor sobre todo para las empresas medianas, que no están en condiciones de financiar departamentos de investigación propios. Hoy es normal, no solo para los jóvenes alemanes de una u otra parte de Alemania, sino también para investigadores de todo el mundo, desarrollar actividades en un renombrado instituto de investigación o universidad en los nuevos Estados federados.
“Para la generación posterior al colapso de la RDA, la unidad alemana es ya casi un sobreentendido. Los jóvenes alemanes del este del país se ven en primer lugar como alemanes y no como alemanes orientales”, dice Köcher. Mucho ha cambiado en 25 años. La Alemania de 1990 no es la misma de hoy. También la inmigración y la integración han hecho al país más polifacético que nunca. En Alemania viven hoy 16,5 millones de personas inmigrantes o descendientes de inmigrantes, lo que representa el 20,5 por ciento de la población. Alemania es hoy, después de EE. UU., el país de la OCDE más atractivo para los inmigrantes después de EE. UU. El abanico de partidos políticos se amplió con “La Izquierda”, en parte sucesor del SED de la RDA, hoy representado no solo en los Parlamentos de los nuevos Estados federados, sino también en cuatro de los de la antigua Alemania Occidental. Nadie puede reconocer hoy ya dónde comienza la parte oriental y dónde termina la parte occidental. Eso no significa, sin embargo, que se hayan olvidado la división y las víctimas de la dictadura comunista. El recuerdo está despierto. No solo en memoriales y museos. No solo en los aniversarios. Pero allí y en esas fechas en forma muy especial. ▪