Ser un refugiado deja huella
Enissa Amani ha conseguido abrirse paso en el mundo de la comedia. Su vida en Alemania comenzó en un centro para refugiados.
Enissa Amani
Guapa y con mucha labia.
¡No subestime a esta mujer! Puede que Enissa Amani tenga ojos almendrados marrón oscuro, largos rizos y la voz aguda, le guste llevar ropa corta y se califique a sí misma de “choni”, pero en ningún caso se la debería reducir a su apariencia. Enissa Amani solo lleva moviéndose en el mundo de la “stand up comedy” desde el 2013, pero ya lo ha revolucionado como es debido. En octubre de 2015, recibió el premio a la mejor “newcomer” en el Deutscher Comedypreis. Las entradas de sus actuaciones están agotadas.
Los padres de Amani huyeron de Irán a Fráncfort del Meno en 1985, cuando ella tenía dos años. Su padre era perseguido en Irán por ser un intelectual de izquierdas y un literato. Enissa Amani dice que la etapa en un centro para refugiados le marcó. Hoy procesa su vida entre dos culturas a través de sus espectáculos. Su etapa escolar “junto a todas las dulces y perfectas niñas alemanas” no fue muy fácil: “Mis padres eran comunistas. Fue difícil llegar al colegio y ser la única en cuya bolsa ponía: libertad para los presos políticos en Irán”. En las entrevistas intenta generar comprensión tanto por los refugiados como por la sociedad de acogida: “Cuando alguien no ha tenido que huir nunca, tiene una imagen muy distinta y otros miedos”.
En 2015, Amani fue de gira con el colectivo de comediantes “RebellComedy”. Los artistas con raíces en el extranjero no encarnan ningún papel sobre el escenario. Su historia es la base de la trama. Amani tiene mucho que contar. ▪