La herencia de la Bauhaus en América Latina
También en América Latina el laboratorio de ideas de la modernidad ha cambiado la arquitectura. Los historiadores acaban de descubrir, su gran influencia.
David Maulén lleva 20 años investigando la relación entre arte, ciencia, tecnología y sociedad en América Latina. El chileno es uno de los mejores conocedores de la Bauhaus de América Latina, trabaja como curador y enseña en la Universidad UNIACC de Santiago de Chile.
Sr. Maulén, ¿qué se sabe hoy en día de los artistas y arquitectos de la Bauhaus en América Latina?
David Maulén: Tenemos noticia de 32 artistas y arquitectos de la Bauhaus. Unos se instalaron para el resto de sus vidas, otros se quedaron durante varios años, o vinieron para hacer visitas puntuales impartiendo clases. Personajes como Hannes Meyer, Grete Stern, Tibor Weiner o Annie Albers eran perfectamente conocidos aunque solo en los últimos años se les ha reconocido su importancia para América Latina. Y aún hay muchos que esperan ser descubiertos, como el arquitecto Paul Linder en Perú, que estudió en la Bauhaus de Weimar, o la ilustradora Martha Erbs-Breuer en Brasil.
¿Qué legado han dejado los arquitectos de la Bauhaus?
Particularmente interesante es el proyecto de vivienda colectiva de Marcel Breuer para Venezuela o el centro comunitario „Villa Berlin“ de Max Bill para Valparaíso en Chile, que sin embargo quedó inconcluso. También Hannes Meyer hizo varios proyectos de ese tipo para México y ninguno de ellos ha sido realizado. Sus proyectos, sin embargo, sentaron las bases para el avance en la región. Son fascinantes las huellas de los arquitectos Edith Rindler y Günter Hirschel-Protsch en Chile, la docencia de Margot Loewe en la República Dominicana, o las obras del escultor Herbert Hofmann Isenbourg en México. Todo esto, lo estamos descubriendo recientemente.
¿Qué importancia tuvo la Bauhaus para Chile?
En Chile, México y Perú, los estudiantes de arquitectura de las universidades públicas exigían una formación práctica que les permitiera abordar los problemas más urgentes de sus países. En algunas universidades se promovió un desarrollo que – en acuerdo con las ideas de la Bauhaus – debía armonizar el valor económico añadido y la calidad de vida de los ciudadanos. Ya desde 1928, la Escuela de Arte Chilena del Ministerio de Educación había introducido el “primer año de prueba”, que se parecía al “Vorkurs” de la Bauhaus. A partir de 1945 la Universidad de Chile con Tibor Weiner y, desde 1949, la Pontificia Universidad Católica reformaron sus planes de estudio, siguiendo las dos principales tendencias de la Bauhaus.
¿Cuáles eran estas tendencias?
Por un lado estaban las ideas de Josef Albers y Walter Gropius, adoptada por la Universidad Católica y en general con más frecuencia. Decía que la arquitectura era la más artística de las ciencias y la más científica de las artes. Esta posición era muy popular y fue adoptada a menudo, también por la Pontífica Universidad Católica. Por el otro lado estaba Hannes Meyer, el segundo director de la Bauhaus, que rechazó cualquier modelo elitista. Él reclamaba “las necesidades del pueblo sobre las necesidades de lujo”. La Universidad de Chile siguió esta tendencia. Desde 1946 Tibor Weiner implantó la idea del “arquitecto integral” en el “Nuevo Plan de Estudios”, donde la figura del arquitecto artísta se cambia por un técnico multidisciplinario al servicio de las necesidades de la sociedad. Y finalemente desde la óptica de la Escuela peruana ambas tendencias eran compatibles.
¿Cuales fueron los resultados de esta reforma?
El resultado directo fue la formación de una generación de arquitectos decididos a poner en práctica la vivienda social y la planificación urbanística. Esto se ve claramente en la arquitectura moderna de las “Unidades Vecinales” de los años cincuenta hasta inicios de los setenta. Estas “Unidades Vecinales” eran muy importantes en Chile, Perú y en otros países. Funcionaban como un microorganismo, como una ciudad dentro de la ciudad, cada uno con bloques de viviendas colectivas, equipamiento, hospital, comercio, teatro, escuela y parques comunes. Todo se organizaban según las necesidades de la población. La herencia de la Bauhaus fue muy fuerte ahí. Emilio Duhart, arquitecto chileno que recibe el Premio Nacional en 1977, dijo: “De mi maestro Gropius aprendí la importancia de la planificación urbana y la vivienda social”.
¿Cuál consideraría usted la contribución más decisiva de la Bauhaus en América Latina?
El impacto más fuerte de la Bauhaus quizás ha sido en la educación como impulsora de los cambios en la sociedad. Hannes Meyer fundó el Instituto de Urbanismo en México y aunque solo existió por un corto período de tiempo, de 1939 a 1940, sentó un gran precedente al aplicar las tendencias de una modernidad humanista a la realidad latinoamericana. Las ideas de la Bauhaus cayeron en terreno fértil y han dejado rastros profundos.
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