“Solo tenemos que querer”
COP27: cómo afrontar el cambio climático: el Informe de Evaluación del IPCC expone las opciones que tiene la humanidad.
El cambio climático está en plena marcha y la población mundial debe adaptarse. Porque no se puede detener, a lo sumo puede desacelerarse. Ya un calentamiento de 1,5 grados centígrados –el objetivo ideal del Acuerdo de París –provocará un cambio drástico en las condiciones de vida. Incluso con los 1,2 grados que se miden actualmente por encima del nivel de la era preindustrial se observan efectos devastadores en amplias regiones del planeta. “Hasta 3.600 millones de personas viven en regiones del mundo que sufren ya enormemente los efectos del cambio climático”, dice el profesor Hans-Otto Pörtner. “Pueden ser tormentas, inundaciones o sequías, como estamos viviendo paralelamente en varios países ahora mismo”, agrega. Y, sin embargo, se sigue pensando muy poco en cómo prepararse para esos riesgos.
Pörtner es copresidente del Equipo de Trabajo II del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), cuyo informe “Impactos, adaptación y vulnerabilidad”, publicado en febrero de 2022, no solo muestra qué provoca el cambio climático en el planeta y qué ecosistemas se ven especialmente afectados, sino también qué puede hacer la población para reducir todo lo posible los daños. Se trata de la segunda parte del Sexto Informe de Evaluación del IPCC. La primera parte trata del análisis científico del cambio climático, la tercera se centra en las formas de limitar las emisiones. “En nuestro informe queríamos mostrar sobre todo las opciones que tenemos para desencadenar un desarrollo resistente al clima”, dice Pörtner.
La vulnerabilidad de la humanidad ante al cambio climático
La humanidad es vulnerable. Ya actualmente hay regiones del mundo donde es difícil que el ser humano sobreviva en los días calurosos de verano. La combinación de altas temperaturas y alta humedad hace que sea peligroso estar al aire libre. “Y esa tendencia seguirá aumentando”, advierte Pörtner. “Estamos en proceso de destruir grandes partes de nuestro hábitat creado hace 11.000 años”, agrega. No se trata solo de altas temperaturas que amenazan la vida, sino del colapso de ecosistemas enteros que nos suministran agua potable y alimentos, por ejemplo.
Lo que también muestra el informe es que nuestras opciones de acción se reducen con cada décima de grado más de calentamiento global. Según los modelos actuales, es exactamente el límite de 1,5 grados en el que los riesgos para el ser humano pasan de un rango medio a uno alto. El rumbo actual hacia unos 2,7 grados de calentamiento global representa, por lo tanto, un aumento masivo del peligro y muestra la urgencia con la que los países industriales occidentales deben adaptar su estilo de vida a las nuevas condiciones. Una de las medidas más importantes: la protección de los espacios naturales. Habría que conservar entre el 30 % y el 50 % para poder mantener nuestra capacidad de acción. “Pero lo podemos lograr, solo tenemos que querer”, dice Pörtner. “Tenemos opciones positivas de acción, pero suelen encontrarse a nivel local y entre las comunidades indígenas. Deberíamos aprender de ellas”.
El estilo de vida en los países industrializados debe cambiar
Para los países industrializados occidentales, agrega, ello significa alejarse del estilo de vida cultivado hasta ahora, que derrocha recursos. El peligro de una pérdida masiva de prosperidad, como afirman los escépticos, no existe. Así lo señala la experta en finanzas Silvie Kreibiehl, autora principal y coordinadora del tercer informe parcial del IPCC sobre la Mitigación del Cambio Climático. Según Kreibiehl, entre el 40 % y el 70 % de las emisiones puede ahorrarse sin provocar una amplia pérdida de prosperidad entre la población de países como Alemania. También es optimista respecto a la financiación del cambio climático. Lo único que hace falta es estimular los flujos de capital privado hacia donde más se necesitan: los países emergentes y en desarrollo. Junto con su equipo, ha calculado hasta qué punto tendría que aumentar la financiación de la transformación verde para alcanzar los objetivos climáticos de París. “Llegamos a un factor de tres a seis. Eso no es mucho para el mercado de capitales”, explica. Su conclusión: la presión para actuar es cada vez mayor, pero al mismo tiempo nunca ha estado tan claro qué medidas concretas hay que tomar.
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