Käthe Kollwitz, mujer intrépida y gran artista
Sus obras tienen una importancia atemporal y una estética excepcional: Käthe Kollwitz luchó contra la guerra, la pobreza y a favor de los derechos de la mujer.
En una última carta dirigida a su amado hijo Hans, Käthe Kollwitz escribió desilusionada el 16 de abril de 1945, poco antes del final de la guerra: “La guerra me acompañará hasta el final”. Seis días después, la artista alemana más famosa había muerto. Murió sola a los 77 años en Moritzburg, cerca de Dresde. Como el ejército ruso se acercaba, ni su hijo, ni su hermana, ni sus nietas pudieron estar con ella. Antes, la Segunda Guerra Mundial le había robado la salud y toda esperanza. Su nieto murió siendo soldado en 1942. Ya había perdido a su hijo Peter en la Primera Guerra Mundial. Un acontecimiento traumático que la marcó y al que respondió con impactantes obras de arte sobre la muerte y el luto. En este sentido, la guerra fue una compañera constante para Kollwitz. Y es un tema con el que a menudo se asocia a la artista.
Hoy vivimos de nuevo tiempos muy bélicos. Guerras como la de Ucrania y la de Oriente Próximo aparecen a diario en los medios de comunicación. Y quizás sea esta la razón por la que Käthe Kollwitz, tras más de diez años sin grandes exposiciones de su obra, vuelve a estar de actualidad. En Fráncfort del Meno se está exhibiendo la exposición “Kollwitz”, que presenta sus obras sobre papel, esculturas y pinturas tempranas. El Museo de Arte Moderno de Nueva York presentará la primera gran exposición estadounidense de la obra de Kollwitz en 30 años. También está prevista una exposición en Copenhague (Dinamarca).
Käthe Kollwitz fue artista, pacifista y feminista
Su papel como pacifista y artista comprometida políticamente sin duda tiene mucho que ver. Pero Kollwitz también parece muy moderna como feminista y, en general, como una mujer fuerte y poco convencional. Además, en sus 55 años de trabajo trató temas atemporales o, como ella misma dijo, “primitivos”, como el luto y la muerte, la pobreza y el trabajo, el amor y la maternidad. Su estilo era naturalista, serio, a veces aterradoramente realista o expresivo. Y aunque creó esculturas importantes, como el monumento antibélico Los padres en duelo, sus medios principales fueron el dibujo y el grabado.
La obra Nunca más la guerra influyó en generaciones
Si era necesario, no rehuía los mensajes y motivos llamativos. Su cartel de 1924 Nunca más la guerra, en el que un joven levanta el brazo derecho en señal de juramento, es mundialmente famoso y se ha exhibido en innumerables marchas por la paz. “Estoy de acuerdo con que mi arte tiene un propósito. Quiero dejar huella en un momento en que la gente está tan indefensa y necesitada de ayuda”. Estas fueron las palabras Käthe Kollwitz en 1922. Y también en este caso es inevitable pensar inmediatamente en la actualidad. Kollwitz dio su gran salto artístico con el ciclo La revuelta de los tejedores, terminado en 1897 e inspirado en el drama de Gerhart Hauptmann Los tejedores. Cuando lo presentó en la Gran Exposición de Arte de Berlín, el káiser Guillermo II se negó a concederle una medalla por ser mujer. Y le hizo un gran favor, ya que, debido a ello, su fama se extendió mucho más allá de Berlín.
Sin embargo, el merecido éxito de Kollwitz se debió también a la intensidad y expresividad con que representó la difícil situación de los tejedores en un sombrío blanco y negro. Su éxito se repitió con el ciclo La guerra de los campesinos, creado entre 1901 y 1908. Fue la primera mujer y artista gráfica galardonada con el Premio Villa Romana, fundado por Max Klinger, por estas obras, algunas muy drásticas, como en la que aparece la víctima de una violación. Fue un honor para Kollwitz porque el artista simbolista Max Klinger fue uno de sus modelos junto con el impresionista Max Liebermann y el escultor Ernst Barlach.
La carrera de Kollwitz alcanzó su punto culminante en 1919. Fue la primera mujer elegida miembro de la Academia Prusiana de las Artes en más de cien años. Ese mismo año obtuvo el título de catedrática. Y cuando cumplió 60 años, en 1927, fue homenajeada con dos exposiciones en Berlín. Su carrera sufrió un revés en la década de 1930, cuando los nacionalsocialistas le prohibieron indirectamente exponer. No obstante, siguió creando obras importantes. Como la pequeña escultura Piedad (Madre con hijo muerto) de 1937, de la que en 1993 el entonces canciller alemán Helmut Kohl hizo erigir una copia ampliada como monumento a las víctimas de la guerra y la tiranía en la Neue Wache de Berlín, provocando un escándalo. Porque ¿cómo podría una piedad, un motivo cristiano, conmemorar a los judíos asesinados en el Holocausto?
Esto nos lleva a la apropiación política de Kollwitz en la posguerra. En Alemania Occidental se la honró durante mucho tiempo como consoladora y madre, mientras que en la RDA se la ensalzó como antifascista y defensora del proletariado. En consecuencia, numerosas escuelas, calles y plazas del este y del oeste llevan su nombre. Desde 1985 existe un Museo Käthe Kollwitz en Colonia y desde 1986 otro en Berlín, donde la artista vivió con su marido, el médico Karl Kollwitz, durante cinco décadas. Sin embargo, nació el 8 de julio de 1867 en Königsberg, en Prusia Oriental, que hoy pertenece a Rusia con el nombre de Kaliningrado. La ciudad que hoy se asocia principalmente con el famoso filósofo Immanuel Kant, pero que tiene una hija al menos igual de famosa: Käthe Kollwitz.