El conocedor de la selva tropical
Carlos Alberto Quesada dirige la estación de investigación germano-brasileña ATTO en la Amazonia, junto con Susan Trumbore, del Instituto Max Planck.
Les encanta el networking internacional: te presentamos a personas que promueven las cooperaciones de Alemania en todo el mundo. Porque las tareas globales sólo pueden afrontarse unidos.
Cuando Carlos Alberto Quesada pisó la selva tropical por primera vez, se sintió sobrecogido. Aquí encontró olores que nunca había esperado: Olía a curry. A vainilla. A barro. Y en algunos lugares olía intensamente a excrementos. Sin darse cuenta, el joven científico se encontraba en medio del entorno que hoy en día define su vida. Los olores inesperados provienen de los gases que desprenden las plantas. Cuando ascienden a la atmósfera, algunos de ellos pueden adherirse a la humedad. Forman nubes y caen en forma de precipitaciones. Así es como el bosque fabrica su propia lluvia.
Carlos Alberto Quesada, a quien todos llaman Beto, es originario de la árida Brasilia, en plena sabana del Cerrado, pero siempre ha sentido fascinación por el Amazonas. Este ingeniero forestal lleva más de seis años al frente de la estación de investigación ATTO en el lado brasileño, un proyecto único en el mundo a unos 150 kilómetros de Manaos. Un equipo de científicas y científicos está investigando allí las interacciones entre el cambio climático y la selva tropical.
ATTO está gestionado por el INPA, el Instituto Brasileño de Investigación de la Amazonia. Otros socios destacados en la investigación son los Institutos Max Planck (MPI) de Química y de Biogeoquímica, el Instituto de Tecnología de Karlsruhe (KIT) y la Universidad Estatal de Amazonas. Susan Trumbore, profesora del MPI, dirige el proyecto por parte alemana.
La torre de investigación más alta del mundo
El proyecto está subvencionado a partes iguales por Alemania y Brasil. Juntos han construido la torre de investigación más alta del mundo, de 352 metros. La torre permite explorar la atmósfera sobre el bosque virgen en un radio de unos 600 kilómetros. Al mismo tiempo, los investigadores están analizando las partículas, los gases y sus movimientos en otra estación terrestre. Entre ellos se encontraban aquellos cuyos aromas tanto impactaron al estudiante Quesada.
“El bosque tropical es un lugar desafiante, que te puede matar”, dice el hombre de la sabana, pero también señala, “al mismo tiempo, es increíblemente fascinante.” Quesada vive en Manaus y viaja hasta la estación de investigación, ubicada a seis horas de distancia, una vez al mes. A continuación se coordina con el director de operaciones del campamento, verifica que todo esté bien y planifica con el equipo los siguientes pasos.
El viaje es una odisea: primero hay que conducir por una pista de tierra antes de que Quesada embarque en una lancha rápida y recorra una corta distancia a lo largo del río Atuma. A continuación, un vehículo todoterreno le adentra en el bosque. Los científicos, estudiantes de doctorado y empleados del campamento descansan en hamacas en el alojamiento común, comen pescado de río en la cantina y por la noche pueden ducharse con agua caliente. Todo un lujo para un campamento en mitad de la selva. Quesada nos cuenta que el “ingeniero alemán que buscaba entonces un lugar adecuado para el campamento, aún tenía que abrirse paso por el bosque con un machete”.
La investigación climática como compromiso con la sociedad
Para él, la investigación climática es una especie de compromiso con la sociedad. “Todavía no sabemos cuánto tiempo nos queda, ni hasta dónde llega realmente la capacidad de recuperación de los bosques.” La cooperación bilateral es especialmente valiosa en este caso: los alemanes son expertos en aerosoles, gases de efecto invernadero y bioquímica, y conocen bien las cuestiones atmosféricas. “Nosotros por nuestra parte tenemos siglos de experiencia en los procesos ecológicos en la selva tropical, conocemos bien la descomposición de la materia y los gases que se generan durante este proceso. Y nosotros somos punteros en micrometeorología”, afirma el responsable brasileño de ATTO. Los conocimientos por un lado, permiten un mayor progreso por el otro.
El trabajo de las y los científicos es muy intenso y tenso. Todos son conscientes de que uno de ellos podría dar en cualquier momento con una solución clave. “Todavía sabemos muy poco sobre los procesos que afectan a la meteorología, especialmente a la formación de nubes en los trópicos. Las teorías que se aplican en las zonas templadas no funcionan aquí. Los nuevos descubrimientos sobre el transporte de la materia y las temperaturas pueden influir en las previsiones meteorológicas de todo el mundo, en el tráfico aéreo: el impacto podría ser enorme.”
Grandes esperanzas depositadas en la próxima generación
La posibilidad de un descubrimiento revolucionario en cualquier momento es tan sólo uno de los aspectos fascinantes de la labor de Quesada. Otro es la formación de jóvenes científicos: “Yo crecí centrado en una sola disciplina, pero aquí, desde el principio, los jóvenes tienen contacto con destacados científicos de diversas disciplinas y países. Hasta dentro de diez o quince años, cuando esta generación nos vaya sustituyendo, no podremos juzgar lo que esto significa.” El trabajo científico, ralentizado por la pandemia, no se ha acelerado hasta ahora: “Estamos ansiosos por ver todo lo que está por venir”
Para hacer frente a todos los desafíos y responsabilidades, este hombre de 51 años se esfuerza por llevar una vida equilibrada, acude al gimnasio todos los días y pasa tiempo con su novia. En realidad no es una persona muy sistemática, dice el propio Quesada: “Pero he logrado organizarme bastante bien a pesar de mi tendencia natural al caos." Recientemente, el hombre de gran estatura también ha asumido la coordinación de otro proyecto: “Amazon Face” también está ubicado en la selva tropical, literalmente de camino a la torre ATTO. Allí se está llevando a cabo, en colaboración con el Reino Unido, un proyecto que simula el aumento de los niveles de CO2 en la atmósfera. “Ahora nos encontramos en la fase en la que mi colega alemán se estaba abriendo paso por el bosque con un machete para ATTO”, dice Quesada, explicando su doble papel con una carcajada: “Quizá sea un poco megalómano.”