Valiosos bosques
La cooperativa alemana The Generation Forest combina en Panamá conservación de la naturaleza con eficiencia económica.
La Conferencia de la ONU sobre la Biodiversidad Ecológica (COP15) finalizó en Montreal el 19 de diciembre con un ambicioso acuerdo. Casi 200 países de la comunidad mundial se comprometieron a conservar y gestionar de manera eficaz al menos el 30 % de las zonas terrestres, de aguas continentales y costeras y marinas hasta 2030. También fueron reconocidos explícitamente los derechos de los pueblos indígenas y conocimientos tradicionales asociados a los recursos genéticos, que desempeñan un papel fundamental en la biodiversidad global. Steffi Lemke, la ministra alemana de Medio Ambiente, dijo que fue “un buen día para la conservación de la naturaleza y la protección del medio ambiente en todo el mundo”.
En Alemania ya se ha alcanzado ese objetivo del 30 %, según el Ministerio de Medio Ambiente. La situación es otra a escala mundial. Especialmente las regiones que se caracterizan por un nivel de biodiversidad especialmente elevado sufren hoy una masiva pérdida de biodiversidad. Entre esas regiones se cuentan, sobre todo, los bosques tropicales en áreas próximas al ecuador.
Soluciones basadas en la naturaleza
Un ejemplo extremo es Panamá. Alrededor del 40 % del país está cubierto actualmente de bosques tropicales. Pero el 70 % de las extensiones originales de bosque fueron taladas para destinar las tierras a actividades agropecuarias. La ganadería es una importante fuente de ingresos, pero la fauna paga un alto precio por ello. El bosque tropical es hábitat de hasta 400 especies de animales y plantas en una hectárea. Entre ellas hay también muchas especies endémicas, es decir, que viven exclusivamente en un lugar. Los bosques panameños se consideran las regiones centroamericanas con mayor biodiversidad. Pero debido a los desmontes y a la ganadería, mucho bosque original ha desaparecido.
Andreas Eke está empeñado en cambiar esa realidad actual. Este geógrafo y emprendedor social de Hamburgo vive en Panamá desde hace casi 30 años e impulsa la reforestación de zonas degradadas. Los expertos hablan en este caso de “soluciones basadas en la naturaleza”. De conformidad con el acuerdo alcanzado en la COP15, el 30 % de las regiones de todo el mundo que han sido manipuladas por el ser humano deben volver a su estado natural.
The Generation Forest trabaja en Panamá
Ese es también el objetivo de la cooperativa The Generation Forest, que Eke fundó en Alemania hace seis años junto con la ingeniera forestal panameña Iliana Armién. ¿Por qué en Alemania? “El modelo cooperativo tiene aquí una larga tradición y está vinculado a un alto nivel de transparencia. Eso era importante para nosotros”, dice Eke. “Especialmente en el sector de la inversión forestal, también hay una que otra oveja negra”, agrega.
Con el dinero proveniente de la adquisición de acciones por parte de sus 6.000 socios, la empresa compra tierras desbrozadas a agricultores que sufren pérdidas de rendimiento. Ello se debe a que el suelo degradado, compactado por el ganado y esquilmado por cultivos de arroz, con el tiempo deja de generar suficientes beneficios. En las zonas deforestadas, The Generation Forest planta un nuevo bosque orientado hacia la selva natural en cuanto a estructura y diversidad biológica, pero que también incluye variedades de árboles cuya madera podrá venderse bien más adelante.
Tras solo 12 años (los bosques tropicales crecen hasta cuatro veces más rápido que los del hemisferio norte), se talan árboles sin alterar el ecosistema. Al contrario: se da a otros árboles la oportunidad de crecer, y los huecos son rellenados con plantaciones del vivero propio de la cooperativa. De ese modo se preserva la diversidad vegetal y se crea un ecosistema con árboles en distintas fases de crecimiento, lo que favorece la diversidad de la flora y la fauna. “A través de este ciclo sin fin, el bosque adquiere valor y puede seguir económicamente el ritmo de los rendimientos ganaderos, lo que lo protege a largo plazo”, explica Eke. “Esto también permite financiar empleos justos, e incluso se generan beneficios para los socios”.
Eke no quiere tener nada que ver con los proyectos de forestación que solo se centran en reducir los gases de efecto invernadero y son utilizados actualmente por muchas empresas como opciones de compensación de sus propias emisiones. “Los monocultivos de árboles no son realmente sostenibles y, en mi opinión, tampoco cuentan como soluciones basadas en la naturaleza”, dice el empresario. “No crean hábitats y lavan el suelo”, dice Eke. Además, las plantaciones suelen ser de especies arbóreas atípicas en la región y de crecimiento rápido, y son taladas por completo en pocos años. Eke, por el contrario, con sus bosques generacionales quiere crear ecosistemas resistentes, conformados principalmente por árboles autóctonos, a los que regresan los animales y plantas.
El fortalecimiento de los pueblos indígenas
En ese contexto desempeñan un papel central los pueblos indígenas, que utilizan el bosque de forma sostenible desde hace siglos. Los pueblos indígenas sólo representan el 5 % de la población mundial, pero sus territorios albergan más del 80% de la biodiversidad del planeta. “A menudo se pasa por alto el aspecto social, pero este es sumamente importante”, dice Eke. Y agrega: “la conservación solo funciona si se incluye a la población local y se le ayuda a mejorar su calidad de vida y sus perspectivas de futuro”.
Así lo ve también el Gobierno alemán. El Ministerio Federal de Medio Ambiente (BMUV) y el Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo (BMZ) tienen previsto invertir un total de unos 85 millones de euros en medidas de fortalecimiento de los pueblos indígenas y las comunidades locales. The Forest Generation lo lleva a la práctica mediante la creación de nuevos puestos de trabajo justamente remunerados, urgentemente necesarios a escala local. Para Eke es importante que las actividades se ajusten en la medida de lo posible a las necesidades y competencias de la población autóctona. “Como empresa, no nos limitamos a emplear a personas, sino que también las motivamos y apoyamos”, dice”. Las dos primeras personas con formación de pilotos de drones en Panamá fueron dos empleados indígenas de The Generation Forest.