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Beate Rudolf sobre la cultura de los derechos humanos

La directora del Instituto Alemán de Derechos Humanos sobre compromiso cívico y derechos humanos.

18.03.2013
© Jakob Hinrichs

L os derechos humanos son vinculantes para el Estado. 
Debe respetarlos, protegerlos de violaciones por parte de particulares y crear estructuras para el pleno cumplimiento de los derechos y su efectiva protección jurídica. Pero la sola vinculación legal no basta. Es necesaria también la existencia de una sociedad civil activa, que advierta sobre problemas y exija el respeto de los derechos humanos, y de una institución independiente que los defienda.

El nivel de protección jurídica de los derechos humanos en Alemania es elevado. Alemania ratificó ocho de los nueve tratados centrales de derechos humanos de las Naciones Unidas (ONU) e informa regularmente a los órganos de tratados de la ONU. Solo una (de un total de 21) quejas individuales tuvo éxito hasta ahora ante los órganos. Alemania ratificó además la Convención Europea de Derechos Humanos. De unas 18.000 quejas presentadas desde 1959 contra Alemania, menos de 100 tuvieron éxito ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. No obstante, también en Alemania es necesario mejorar la defensa de los derechos humanos. Así lo demuestran las recomendaciones de las comisiones de expertos de la ONU, los relatores especiales de la ONU, los 
procedimientos periódicos de control del Consejo de Derechos Humanos de la ONU y los órganos europeos de derechos humanos. Entre los problemas de derechos humanos recurrentes, en primer lugar se halla la lucha contra el racismo. También deben ser registradas nuevas formas de racismo, ya que este es fundamentado cada vez menos con una supuesta transmisión de cualidades por herencia. A menudo, personas son clasificadas en grupos a los que se les asigna en su totalidad cualidades intrínsecas debido a la religión, la cultura o el origen étnico, por las cuales esos “otros” no pueden convivir con “nosotros”. En el área de las migraciones preocupan a nivel internacional la larga duración 
de las detenciones previas a la expulsión y el trato a menores refugiados en Alemania. Problemáticos son también los retornos obligados de extranjeros tolerados a sus países de origen o el traslado de solicitantes de asilo a terceros Estados en los que los amenazan malos tratos, discriminación, hambre y falta de vivienda.

La trata de personas y las formas modernas de esclavitud son un nuevo tema. Los derechos humanos exigen no solo perseguir penalmente a los autores de delitos, sino poner en el foco a los afectados. Se trata de los derechos de residencia para tratamientos médicos y psicológicos, así como la protección contra eventuales represalias. Además, los afectados deben poder imponer efectivamente sus derechos a cobrar sueldos y reparaciones. Otras áreas de problemas son la educación, la situación de vida de personas pobres y la discriminación de las mujeres. Criticada es la dependencia de la educación del estatus social de los padres. Esa discriminación estructural se da a menudo más claramente en el caso de niños de familias de inmigrantes. Desde hace tiempo se critica también la diferencia de sueldos entre hombres y mujeres y la 
escasa representación de las mujeres en puestos de dirección.

Una cultura de los derechos humanos puede surgir solo allí donde existe una sociedad civil alerta, que llama la atención a los responsables en el Estado y la sociedad sobre deficiencias y propone soluciones. Alemania tiene en el área de los derechos humanos una sociedad civil activa. Muchas organizaciones han creado asociaciones techo. También organizaciones propias de inmigrantes y minusválidos se autodefinen como organizaciones de derechos humanos. Todas participan en los procedimientos internacionales de monitoreo y en la discusión nacional sobre los derechos humanos. A nivel internacional, la sociedad civil interviene sobre todo a través de la elaboración de informes paralelos en el marco de los procedimientos de control de tratados de derechos humanos de la ONU. Estos posibilitan a las comisiones de expertos leer críticamente los informes presentados por el Gobierno, aclarar contradicciones y formular recomendaciones centradas en los problemas. La responsabilidad de la implementación de esas 
recomendaciones para la vigencia irrestricta de los derechos humanos corresponde al Estado. Los protagonistas políticos, no 
obstante, tienen a menudo otras prioridades. Por ello, en la Conferencia de Derechos Humanos de Viena 1993 se llamó a todos los Estados a crear instituciones nacionales independientes para la protección y el fomento de los derechos humanos. En Alemania fue creado en 2001 por votación unánime en el Bundestag el Instituto Alemán de Derechos Humanos. Sin el impulso de la sociedad civil seguramente no hubiera sucedido. El impulso decisivo partió del Foro de Derechos Humanos, la red alemana de ONG de derechos humanos.

A través del asesoramiento en políticas, la educación en derechos humanos, la información y la documentación, la investigación aplicada, tomas de posición en procedimientos judiciales y la 
cooperación internacional, el instituto realiza un aporte a la protección y el fomento de los derechos humanos. Además, reúne al Estado y la sociedad civil con el objetivo de debatir sobre la implementación de las recomendaciones de los organismos internacionales. Ello contribuye a que la política alemana se oriente por los derechos humanos. Aquí se cierra el círculo: los derechos humanos necesitan a la sociedad civil y ambos necesitan una institución nacional de derechos humanos. ▪

La Prof. Dra. Beate Rudolf es desde 2010 directora del Instituto Alemán de DD. HH. Antes fue catedrática de Derecho Público 
y Derecho de Igualdad en la Universidad Libre de Berlín.