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“Estoy a favor de una Europa de las
 minorías sin barreras nacionales”

Joachim Umlauf, director del Goethe-Institut de París, mide a Europa por cómo trata a sus integrantes más débiles.

19.06.2013
© Thomas Dorn/Laif - Joachim Umlauf, Goethe-Institut, Paris

Sr. Umlauf, ¿se encuentra Europa no solo en una crisis financiera, sino también en una crisis de identidad cultural? ¿No debería ser esta la hora de la cultura, la hora de una gran idea?

Centrarse en una supuesta crisis cultural o incluso moral no me agrada, en tanto nos lleva por un sendero ideológico desagradable. Con ello se acusa a las sociedades europeas de adherirse políticamente cada vez más a una agresiva economía liberal internacional, aceptando deliberadamente diferencias sociales en contextos nacionales y renunciando a la comunidad social. En Francia y Alemania, países que algo conozco, ello solo lo puedo constatar en forma muy limitada. Seguro parece ser que Europa se halla en medio de una especie de crisis generacional; que la joven generación, que ahora asume el mando, piensa que es un sobreentendido mucho de lo que fueron grandes logros de las generaciones anteriores.

¿Qué une a la cultura europea, más allá del trasfondo histórico?

Si hablamos de la producción artística en sentido estrecho, es de destacar que ésta por lo general no es nacional, sino que obedece a estándares internacionales. Es una paradoja: la cultura es “renacionalizada” efectivamente en la representación a través de la política exterior, por ejemplo, en lo que hace a los institutos de cultura, pero en una forma que recurre a lo realmente aglutinante de la cultura europea. En ese sentido, la política cultural intenta conservar en toda Europa la variedad de los medios de expresión idiomáticos y artísticos, tanto en interés de la propia (multi)cultura, como también en vista de las influencias interculturales que vienen de afuera, más allá de las aspiraciones hegemónicas culturales e incluso nacionales, que en épocas pasadas dominaron en el área.

Desocupación, falta de perspectivas. ¿Qué puede aportar la cultura en un clima social de ese tipo?

Pienso que es fatal contraponer los resultados de la cultura –la participación en la producción y recepción de obras artísticas, pero también el aprendizaje de una lengua extranjera– a las necesidades sociales. La libertad y la humanidad solo puede surgir y ser defendidas donde el ser humano tiene la posibilidad de experimentarse libre más allá de las necesidades materiales. Esa es la base de nuestra civilización.

El escritor colombiano Héctor Abad manifestó recientemente su temor de que Europa haya perdido los amigos de años anteriores. Ve en ello el peligro de que populistas transformen a la Unión Europea en pesadillas nacionalistas. ¿Es esa una típica mirada desde afuera?

Dudo que en amplias capas de la población, Europa haya desatado en algún momento tanto entusiasmo y alegría. En realidad, Europa nunca fue, hasta hace pocos años, realmente un tema de política interior. Los nuevos populismos de derecha e izquierda son, en efecto, preocupantes. En última instancia, la utopía europea deberá ser medida a partir de cómo tratamos a nuestros miembros más débiles. Los sinti y romaníes son un buen ejemplo de ello. Por ello, mi lugar de añoranza cultural es una Europa de las minorías sin barreras nacionales

¿Cómo experimenta el estado de ánimo en Francia? ¿Y cómo reacciona a ello en su trabajo programático?

Las discordancias entre Alemania y Francia, con sus implicaciones culturales y sociales, demuestran la gran importancia 
de las instituciones culturales, también en sistemas de buenas relaciones y que funcionan bien. Cada generación debe transmitir nuevamente los conocimientos esenciales que tiene de los otros. Las fricciones tienen la ventaja de que dejan en claro 
los respectivos puntos de vista. Hay que tener en cuenta, no obstante, que para una profunda comprensión del otro se necesitan conocimientos de su idioma; no siempre, pero a menudo. En nuestros eventos hablados intentamos explicar y moderar, tratando de hacer comprensibles las posiciones del otro.

El DR. JOACHIM UMLAUF es director del Goethe-Institut de París y director de los institutos en Francia. Germanista y traductor, 
fue anteriormente director de la Casa Heinrich Heine, en París y del Goethe-Institut de 
Amsterdam/Rotterdam, en los Países Bajos. 
www.goethe.de