La salida
¿Habrá un acuerdo de último minuto o un “brexit” duro? Lo más importante sobre el tema.
Cuando, a fines de marzo de 2019, la bandera británica sea arriada de uno de los mástiles delante de la sede de la Unión Europea, en Bruselas, no seremos testigos justamente de un gran momento del proyecto europeo. El “brexit” significa para la UE perder a su segunda mayor economía y una muy antigua democracia. La UE, experimentada en negociaciones, se ve confrontada, sin embargo, con una nueva situación: por primera vez debe tramitar el pedido de salida de uno de sus miembros. Se trata de una situación sin precedentes. Y cuanto más tiempo lleven las negociaciones entre la Comisión de la UE y el Gobierno británico, más claramente ven ambas partes cuán entrelazadas se hallan la política y las economías nacionales en la Unión Europea. Dos años y medios después del referéndum en el que los británicos decidieron abandonar la UE aún no han sido aclaradas por completo las modalidades del “brexit”.
El Gobierno británico aprobó a mediados de noviembre de 2018 un borrador de acuerdo de salida elaborado junto con la UE, pero que aún debe ser ratificado por el Parlamento británico a mediados de diciembre. En el texto, de 585 páginas, se prevé una retirada ordenada el 29 de marzo de 2019 y un periodo posterior de transición de casi dos años, hasta finales de 2020, en el que se aspira a firmar un acuerdo comercial y concretar definitivamente la forma de las futuras relaciones. Durante ese periodo, Gran Bretaña seguiría perteneciendo a la unión aduanera y aplicando las regulaciones de la UE. El problema: sin un acuerdo de salida ratificado no hay fase de transición. En otras palabras: si no hay acuerdo hasta la fecha oficial de salida, a fines de marzo de 2019, existe el riesgo de un “brexit” duro. Gran Bretaña sería entonces, con respecto a la UE, un tercer país. Las fronteras entre Gran Bretaña y la UE quedarían cerradas de la noche a la mañana. El comercio podría colapsar, los viajeros de la UE volverían a ser controlados, serían necesarias nuevamente declaraciones de aduana y se aplicarían los aranceles de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Fuera de la UE, Gran Bretaña perdería también la pertenencia a los 34 acuerdos de libre comercio y las tres uniones aduaneras que la UE tiene con otros países y con ello también el acceso privilegiado a esos mercados. Luego de un “brexit” duro, los productos semielaborados británicos ya no se considerarían productos de la UE. Si, por el contrario, se acuerda una retirada regulada, el 30 de marzo de 2019 comenzaría la fase de transición. Para las empresas nada cambiaría, entonces, hasta la finalización de esa fase, el 31 de diciembre de 2020.
El “brexit“ tiene importantes consecuencias para la industria alemana, entrelazada de muchas maneras con la de Gran Bretaña. En Gran Bretaña tienen sedes y plantas 2500 empresas alemanas, con un total de 400000 empleados: tanto grandes grupos como BMW, Eon, Thyssen-Krupp y Siemens, como empresas medianas. Y solo en Alemania desarrollan actividades 3000 empresas británicas. Sobre todo un “brexit” duro, que, según estudios, costaría a las empresas unos 9000 millones de euros, tendría efectos negativos para ambas partes. Las mercaderías deberían ser declaradas en la frontera, deberían presentarse pruebas de origen y, posiblemente, deberían ser fabricados productos que cumplieran específicamente con los estándares británicos. Sobre todo la industria alemana del automóvil debería reorganizar sus cadenas de suministro. Las fábricas de automóviles en el Reino Unido solo mantienen piezas en stock para pocas horas de producción. Por eso, dependen de los suministros del resto de la UE. Más de 1100 camiones llevan por día a fábricas británicas piezas fabricadas en otros países europeos. Otros grupos internacionales ya han comenzado a reorganizar sus cadenas de suministro de tal forma que en el futuro pasen lo menos posible por Gran Bretaña. “Si los británicos salen de la UE sin un acuerdo, el daño económico y político sería enorme”, advierte el profesor Clemens Fuest, del Instituto Ifo. En caso de un “brexit” duro, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima las pérdidas de crecimiento de la economía británica en cuatro puntos porcentuales en cinco años.
También el sector alemán de la construcción de máquinas e instalaciones está preocupado. Gran Bretaña es, con un volumen de 7200 millones de euros por año (2017), su quinto mayor mercado exterior. Holger Kunze, Director General de la Oficina Europea de la Asociación Alemana de Fabricantes de Máquinas e Instalaciones Industriales (VDMA), estima que incertidumbre en el Reino Unido provocaría, además de obstáculos concretos en los despachos de aduanas, una considerable disminución de las inversiones en equipos industriales.
En el sector financiero, las señales apuntan también a que tendrán lugar grandes transformaciones. Gran Bretaña es hoy la mayor plaza bancaria y de servicios financieros de Europa. Varios cientos de miles de personas trabajan en Londres en el sector financiero. Muchos bancos no europeos de Estados Unidos y Asia tienen su sede central europea en Londres. Mientras Gran Bretaña pertenezca a la UE, esos bancos pueden realizar transacciones financieras transfronterizas en toda la UE. Con el “brexit” está en juego el “pasaporte financiero”. Efectivamente, hay muchos indicios de que las instituciones financieras con sede en Londres perderán el acceso irrestricto al mercado financiero de la UE. En ese caso deberán abrir una sede en la UE. Para ello se ofrecen Fráncfort, como segunda metrópoli financiera europea, París y Dublín.
El Gobierno alemán subraya que existen oportunidades para llegar a un “buen acuerdo”. Agrega que importante es, sin embargo, que “una formación cerrada de 27” países de la UE sea la que encuentre una solución con Gran Bretaña. Cuestiones centrales son qué pasará con los ciudadanos británicos que viven en Alemania y qué eventuales desventajas tendrán los alemanes en Gran Bretaña después del “brexit”, dijo Angela Merkel, la canciller alemana, en una declaración de Gobierno. “Al final debe quedar clara cuál es la diferencia entre la pertenencia a la UE y una asociación”, agregó. Además, dijo que desea que Gran Bretaña siga siendo, también después del “brexit”, “un socio estrecho y de confianza”.
La hoja de ruta ahora es la siguiente: primero, la Cámara de los Comunes británica debe ratificar el acuerdo; luego, este pasa al Parlamento Europeo y finalmente, a los países miembros. Para que sea ratificado es necesaria la aprobación de, por lo menos, 20 países, que representen el 65 por ciento de la población de la UE. Angela Merkel, que tiene mucha experiencia en temas difíciles de la UE, tiene la esperanza de que se llegue a un acuerdo: “Creo que donde hay voluntad, también hay un camino. Normalmente, el camino existe”.
El escenario del “brexit”
- La Comisión Europea y el Gobierno británico negocian desde hace dos años y medio un acuerdo de salida. A mediados de noviembre se pusieron de acuerdo en un texto.
- O bien los británicos abandonan la UE sin acuerdo, es decir, sin regulaciones de transición, o la abandonan con un acuerdo ordenado. El “brexit” duro tendrá consecuencias negativas para todos.
- Representantes empresariales de ambas partes ven en el “brexit” un problema.
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