Por qué la Presidencia alemana puede cambiar algo
Con su eficiente Estado social y una clara adhesión a la sostenibilidad, Alemania es pionera de una globalización bien regulada, dice Amrita Narlikar, presidenta del GIGA.
Una Presidencia alemana del G20 debería darnos grandes esperanzas, particularmente en vista de la profundidad de la crisis por la que atraviesa la globalización. Primero, Alemania no es solo una potencia económica líder, sino que goza además de la bien ganada reputación de ser uno de los socios de negociación más exitosos y confiables, como quedó demostrado, por ejemplo, con su papel en las negociaciones para el acuerdo atómico con Irán en 2015. Segundo, el tema de esta Presidencia, “Conformar un mundo interconectado”, encierra un gran potencial para lo que debe hacerse hoy, particularmente, si se pone el acento en “Conformar”. Los temas de la cumbre representan un interesante equilibrio entre orden y estabilidad, por un lado, y reforma y transformación, por otro.
Además, Alemania es de hecho pionera de una agenda de la globalización bien regulada, lo que demuestran, entre otras cosas, su eficiente Estado social, su adhesión a un crecimiento y desarrollo sostenibles y su relativamente fuerte regulación de la gobernanza de internet. Una globalización reformada debe contener, por lo menos, algunos de esos elementos, para mantener la paz internacional y el bienestar concomitantes con los mercados abiertos, pero, simultáneamente, también reducir la insatisfacción y la desigualdad internas, que pueden seguir en aumento debido a mercados abiertos no regulados. La economía alemana está en condiciones de aportar al G20 quizás algunas sensatas ideas generalizables.
Tercero, Alemania es también el país en el que florecen el debate y en el que la democracia deliberativa, que cultiva el debate público y la participación, es tomada muy en serio. Esos son, sin duda, valiosos puntos a favor en el intento por fortalecer la legitimación y la capacidad de integración de una institución como el G20 sin renunciar a su eficiencia.
Y, finalmente, el G20 debe, si desea salvar la globalización, realizar una autocrítica en relación con la forma cómo los jefes de Estado y de gobierno y los expertos gestionaron juntos la integración económica en las últimas décadas. El valor material y normativo de la globalización debe ser identificado y reconocido correctamente, pero algunos de sus procesos necesitan ser mejorados.
Es evidente que Alemania aporta esa combinación en negociaciones internacionales, en todo caso en mayor medida que el triunfalismo observable en otras potencias establecidas o emergentes. Este proceso del G20 puede lograr grandes progresos en la formulación de la agenda correcta de Estados miembros y organizaciones internacionales si, para afrontar ese desafío, se aplica una combinación similar de autoconfianza y autocrítica. //
PERFIL
PRESIDENTA DEL GIGA
La Prof. Dra. Amrita Narlikar es presidenta del GIGA German Institute of Global and Area Studies, uno de los institutos de investigación líderes en estudios regionales de ciencias sociales. Narlikar, originaria de la India, ejerció antes la docencia en Oxford, Cambridge y otras universidades.