Diplomacia entre crisis y guerras
Alemania en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas: un balance.
Con el cambio de año 2012/2013, Alemania abandona su puesto como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU), al que perteneció durante dos años. Alemania estuvo representada cinco veces en ese organismo desde 1977/78 hasta ahora. En 2003/2004, durante su anterior pertenencia al Consejo, los temas cotidianos estuvieron dominados por la Guerra de Irak. Esta vez, por la impresión de los sucesos en el mundo árabe.
El 17 de marzo de 2011 llamó la atención la sorpresiva abstención de Alemania en la votación acerca de la misión en Libia. También Rusia y China se abstuvieron. La decisión del gobierno alemán irritó a diversos países socios. Hoy, desde Berlín se intenta movilizar al Consejo de Seguridad para impedir mayor dolor en Siria. No obstante, la actitud de bloqueo de Rusia y China parece ser inamovible. Guido Westerwelle, el ministro alemán de Relaciones Exteriores, fue claro al respecto en septiembre de 2012 ante la Asamblea General en Nueva York. En efecto, la crisis en Siria recuerda una vez más que el Consejo de Seguridad es un organismo político, cuyas decisiones dependen sobre todo de los intereses de los cinco miembros permanentes: Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Rusia y China. El reproche de que la gestión de conflictos es selectiva no es por ello infundado. No obstante, faltan mecanismos alternativos.
Actualmente la atención del Consejo de Seguridad se dirige a cuarenta zonas conflictivas regionales. La gama de instrumentos a los que puede recurrir la comunidad internacional va desde la prevención y la mediación, pasando por las misiones de pacificación (peacekeeping) y consolidación de la paz (peacebuilding) hasta sanciones e intervenciones militares. Un tema permanente son los conflictos nucleares con Irán y Corea del Norte. La problemática del desarme y la no proliferación de armas de destrucción masiva tuvieron desde un principio prioridad en la planificación de la pertenencia rotativa alemana al Consejo de Seguridad. Junto con Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia (E3+3), Alemania es uno de los negociadores centrales en el conflicto atómico con Irán.
A pesar de la sobrecarga crónica de trabajo, cada año se agregan nuevos conflictos y crisis al orden del día. En octubre de 2011, por ejemplo, fue aprobada por primera vez una resolución con respecto a la situación en Yemen, en la que se llamó a las propias autoridades locales a respetar el derecho humanitario internacional y los derechos humanos de la población. Según Peter Wittig, embajador alemán ante la ONU, Alemania desempeño un papel decisivo en la aprobación de esa resolución.
El desarrollo del trabajo en el Consejo de Seguridad exige que cada miembro desempeñe una determinada función. Alemania asumió la elaboración del Informe sobre Afganistán, siendo responsable, entre otras cosas, de coordinar la política con respecto a Kabul. Ello incluyó también la prolongación de los mandatos para la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) y la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (MANUA). Al embajador alemán se le confió además la presidencia de la Comisión de Sanciones contra Al Qaida y los Talibanes. Durante ese periodo, el Consejo de Seguridad aprobó separar ambos regímenes de sanciones. Así, las medidas coercitivas contra los talibanes pueden aplicarse con más precisión, para impulsar mejor el proceso político en Afganistán.
Los diplomáticos alemanes participan también en el Grupo de Trabajo sobre los Niños y los Conflictos Armados. Su tarea es identificar a las partes en conflicto que reclutan niños soldados y cometen otros graves crímenes contra los niños. Bajo la dirección responsable del gobierno alemán se aprobó, entre otras, una resolución para proteger de ataques a escuelas y hospitales.
Los asuntos corrientes ofrecen a los miembros no permanentes pocas posibilidades para presentarse ante la opinión pública. Por ello aprovechan los meses de presidencia para poner en el foco de atención diferentes temas. La presidencia del Consejo de Seguridad rota todos los meses. A Alemania le tocó en julio de 2011 y en septiembre de 2012. En ese papel logró, entre otras cosas, dirigir la atención hacia los efectos que el cambio climático tiene para la seguridad y los intereses de los pequeños países insulares particularmente afectados por el aumento del nivel de los mares. Los problemas de sostenibilidad y ambientales son tratados por lo general en otros organismos de las Naciones Unidas. Muchos países emergentes y en desarrollo temen que la influencia del Consejo de Seguridad aumente también en esas áreas. El gobierno alemán, no obstante, basa su política en una concepción amplia de paz y seguridad. Por ello, desde el punto de vista alemán fue un éxito que el Consejo de Seguridad tratara el tema en una declaración de la presidencia en julio de 2011, luego de difíciles negociaciones.
Durante la segunda presidencia, Alemania inició en septiembre de 2012 un debate a nivel de ministros de Relaciones Exteriores sobre cómo fortalecer la cooperación entre las Naciones Unidas y la Liga de Estados Árabes en la prevención y solución de conflictos. En vista de la crisis en Siria, el conflicto en el Oriente Próximo, la disputa nuclear con Irán y el peligro de una escalada de tensiones en la región, el debate impulsado por el gobierno alemán es urgentemente necesario.
Cómo se evalúa el balance de la actuación alemana en el Consejo de Seguridad 2011/2012 depende de las propias expectativas. Algunos observadores echaron de menos una estrategia general de Alemania. Esa crítica no toma en cuenta, sin embargo, que en el Consejo de Seguridad el espacio de maniobra para miembros no permanentes es muy reducido y mucho no pueden hacer. Una gran parte de las energías debe invertirse en los asuntos corrientes. El Consejo de Seguridad se halla además en alarma permanente. Su principal tarea es reaccionar a amenazas agudas para la paz. Los planes a largo plazo y las concepciones estratégicas pasan a menudo a segundo plano.
Los déficits estructurales del Consejo de Seguridad son conocidos: falta de representatividad y la supremacía de los cinco miembros con poder de veto arrojan sombras sobre la legitimidad del organismo. Una constelación particular se dio en 2011 debido a que, con Brasil, India, Sudáfrica y Nigeria, estuvieron representados simultáneamente en el Consejo de Seguridad cuatro pesos pesados que reclaman para sí un papel de liderazgo en sus respectivas regiones y además cada uno de ellos aspira a obtener un puesto permanente en ese organismo. No obstante, tampoco durante ese periodo lograron llevarse a cabo grandes reformas. Ideas no faltan, pero las diferencias de opinión y las rivalidades entre quienes apoyan las reformas han obstaculizado hasta ahora ponerse de acuerdo en un modelo viable. ▪
El Dr. Christian Schaller es vicedirector del Grupo de Investigación sobre Cuestiones Globales de la Fundación Ciencia y Política (SWP), Instituto Alemán de Estudios sobre Política Internacional y Seguridad.