El genio universal Gottfried Wilhelm Leibniz
El 14 de noviembre de 2016 se cumplen 300 años de la muerte del genio universal Gottfried Wilhelm Leibniz.
Fue matemático, filósofo, jurista, histórico, ingeniero y diplomático. Solo una cosa no fue con seguridad Wilhelm Leibniz: un teórico puro. Combinar la ciencia con la práctica: ese era el lema de Leibniz, nacido en Leipzig en 1646. Sus reflexiones teóricas las veía siempre desde la perspectiva de la aplicación práctica.
Comenzó con ello ya a los 21 años de edad, cuando, como doctor en leyes, descartó ser profesor universitario y aceptó un cargo de asesor principesco en Maguncia. Desde allí se trasladó como diplomático a París, donde construyó una máquina de calcular al más alto nivel científico de su tiempo, con dispositivos mecánicos para sumar, restar, multiplicar y dividir. A partir de sus conocimientos desarrolló luego el cálculo diferencial e integral.
Molinos, un montepío y el sistema numérico binario
Luego de regresar a Alemania para asumir el cargo de consejero y bibliotecario del duque Johann Friedrich von Hannover, se abocó a resolver un problema eminentemente práctico: de 1680 a 1685, Leibniz intentó drenar las minas en la región de Harz, para asegurar la extracción de plata, muy importante para el Ducado de Hannover. Su proyecto fracasó finalmente por la resistencia de mineros tradicionalistas.
Luego viajó por Europa para realizar estudios sobre la Casa de los Güelfos, desarrolló una teoría sobre fuerzas físicas que llamó “dinámica” y realizó estudios lingüísticos. Leibniz, que hablaba varios idiomas, decía de sí mismo: “Cuando me despierto tengo ya tantas ideas que el día no me alcanza siquiera para anotarlas”. Leibniz desarrolló planes para construir un submarino, inventó el sistema numérico binario, fundó un montepío para viudas y huérfanos y mejoró la técnica de las cerraduras.
Wilhelm Leibniz influyó sobre los posteriores grandes pensadores de la Ilustración, el clasicismo y el idealismo. Un pensamiento central en un texto de Leibniz de 1678 reza: el ser humano solo puede ser feliz si quienes lo rodean también son felices. Eso no valió, sin embargo, para Isaac Newton, con quien Leibniz mantuvo una apasionada disputa por la autoría del desarrollo del cálculo integral. Leibniz murió en 1716 en Hannover. El nombre Leibniz está presente en muchos lugares de Alemania. Entre otros, el genio universal da nombre a la Asociación Leibniz.