"Mi misión democrática"
Su película "Berlin Alexanderplatz" arroja una nueva luz sobre una vieja historia: el director Burhan Qurbani manifiesta actitud.
Su tercer largometraje, una versión contemporánea de la clásica novela de Alfred Döblin "Berlin Alexanderplatz" de 1929, fue muy celebrada en la Berlinale. En el Premio Alemán de Cine 2020, la obra de tres horas sobre el inmigrante africano Francis, que acaba en las redes de narcotraficantes de Berlín, ocupa el primer lugar con once nominaciones. Con esta parábola sobre las víctimas de la globalización, Burhan Qurbani es actualmente uno de los jóvenes directores más interesantes de Alemania.
Nacido en 1980 en Erkelenz, Renania del Norte-Westfalia, en el seno de una familia de refugiados afganos, Qurbani aborda con ímpetu los problemas de nuestro tiempo: la migración, la identidad, la diversidad, el derecho a vivir en la propia tierra. Quien se encuentra con él conoce a un artista reflexivo y enfático, a alguien que manifiesta actitud, pero adopta a la vez un tono calmo, hasta escéptico. Igual que su película.
"Soy un patriota constitucional absoluto", responde Qurbani cuando se le pregunta sobre la dignidad pisoteada de su protagonista. "La Constitución Alemana es uno de los más bellos, poéticos e inteligentes textos legales del mundo." Entiende la realización de películas no solo como una tarea educativa, sino "como una misión democrática, de resistencia antifascista".
Gafas negras, gorra sobre el corto pelo, visera abierta: el perfil de Qurbani es inconfundible. Sabe mucho sobre la búsqueda de la identidad. Cuando sus padres llegaron a Alemania hace casi 40 años con dos maletas, también trajeron "rastros de su cultura, sus ideas, su historia". Es algo que de una manera diluida está dentro de mí y que yo traspaso a esta cultura".
En realidad, tuvo un comienzo difícil. Cuando su película de graduación "Shahada" se proyectó en el programa principal de la Berlinale en 2010, fue acogida con fuertes críticas. La historia episódica de tres jóvenes musulmanes en Alemania no era adecuada para el foco de atención de la competición. "Me dolió mucho", recuerda el director. "Pero no me arrepiento, fue una gran aventura." Con su segunda película "Wir sind jung, wir sind stark" (Somos jóvenes, somos fuertes) sobre atentados de extrema derecha contra hogares de asilados en Rostock-Lichtenhagen en 1992, recibió un gran reconocimiento en 2015. Esta película fue también un clamor, un llamamiento a la responsabilidad de la sociedad civil.
Qurbani no se preocupa por el futuro del cine como lugar de interacción social. "Estoy en la piel de otra persona, mi teléfono móvil está apagado, un gran privilegio." Especialmente con "Berlin Alexanderplatz": durante tres horas vives y sufres con una persona a la que normalmente no le prestas mucha atención.
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