La mitad del cielo
Mujeres en Alemania: mucho ha cambiado para ellas en las últimas décadas, sobre todo en cuanto a educación y libertades. Pero la senda hacia la igualdad de derechos es sinuosa.
Cuando Aysel Kluth cuenta sobre el nacimiento de su segundo hijo le gusta relatar un episodio típico de esa empresaria de Berlín: que aun de camino a la sala de partos sostenía un celular en la mano, leía mensajes electrónicos y daba indicaciones. “Como ejecutiva me siento responsable de mi trabajo y debo tener las riendas en la mano”, dice Aysel Kluth, una grácil mujer con espesos cabellos oscuros y una sonrisa abierta. “Siempre tengo el celular en la mano. A mis hijos y marido a veces eso los molesta.”
La biografía de Aysel Kluth es en Alemania sin duda una historia especial, aún 30 años después de la fundación del Ministerio Federal de la Mujer y 20 años después de la Plataforma de Acción de Pekín para la igualación de la mujer. Aysel Kluth nació en Turquía e hizo el bachillerato nocturno en Alemania. Hace algo menos de diez años fundó la agencia de trabajo “Pünktchen” para empleadas de hogar y niñeras, transformándose así en una “mamá empresaria”. Tiene 37 años, tres hijos y trabaja en tiempo completo unas 50 horas a la semana.
Aysel Kluth es especial porque en su persona reúne varias facetas relevantes en relación con la igualdad de mujeres y hombres: es joven, quiere hacer carrera y es empresaria, pero también es madre de tres hijos y tiene ascendencia migratoria. En cada una de esas facetas refleja un aspecto de la política y las redes alemanas que abogan porque hombres y mujeres, cualquiera sea su origen y su biografía, tengan las mismas posibilidades en su vida privada y en su profesión. De acuerdo con cifras actuales del Ministerio Federal de Economía, en 2012 más de una de cada tres empresas fue fundada por una mujer. Iniciativas del Gobierno Federal, tales como el programa de retorno al trabajo “Perspectiva Reintegración” y la red “MUJERES empresarias” las apoyan. El derecho a un lugar de cuidado de niños a partir de los 12 meses y la promesa de que el lugar de trabajo está asegurado en las vacaciones parentales hasta tres años facilita a las madres el retorno al mundo laboral: la tasa de actividad de las madres aumentó en un 7,4 por ciento entre el 2000 y el 2012.
El cuidado de los niños sigue siendo en Alemania cosa de mujeres. En 2013, por ejemplo, solo un tercio de los hombres tomó vacaciones parentales y de ellos, solo uno de cada cinco más de dos meses. Pero en las cabezas tiene lugar un proceso de transformación: más de dos tercios de los padres dijeron en una encuesta del Instituto Allensbach que verían con buenos ojos que ambos trabajaran. El modelo tradicional del hombre en el trabajo y la mujer ama de casa es apoyado actualmente solo por una de cada cinco familias. La Prestación Parental creada en 2015 apoya a constelaciones de parejas en las que ambos quieren volver a trabajar en tiempo parcial luego del nacimiento de un hijo.
Retrospectiva. En septiembre de 1995 se lleva a cabo en Pekín la IV Conferencia Mundial de la ONU sobre la Mujer. Están invitados 6000 delegados de 189 países. Feministas de Alemania describen la conferencia más tarde como un “corte político”. Los delegados aprueban una Plataforma de Acción que contiene la idea de la autodeterminación sexual de la mujer, soluciones contra la violencia de género y la protección de los derechos de la mujer. Simultáneamente, en la República Federal de Alemania, la “política respecto a la mujer” se transforma en una “política de igualación”.
Jutta Allmendinger es profesora y presidenta del Centro Científico Berlín de Investigación Social. Allmendinger analiza la desigualdad entre los sexos particularmente en cuestiones de la organización del trabajo y es una importante voz en los debates sobre género y cuotas. “Hoy, las mujeres en Alemania manejan su propia vida”, dice. “Son visibles públicamente y tienen influencia en la política, los medios y la gerencia media”, agrega. En su opinión queda, sin embargo, aún mucho por hacer para lograr una verdadera igualdad de vida y laboral entre los sexos. “Los sueldos y horarios de trabajo se diferencian mucho. Las mujeres en posiciones de responsabilidad son raras. Compatibilizar el trabajo y la familia sigue siendo una tarea de las mujeres”.
Poco antes de la Conferencia Mundial sobre la Mujer de 1995, el Ministerio Federal de Juventud, Familia y Salud, del cual en ese momento era titular Rita Süssmuth (CDU), fue ampliado con el área “Mujeres”. Jutta Allmendinger tenía entonces 31 años y acababa de doctorarse en la Universidad de Harvard, en Estados Unidos. “Debí decidirme: quedarme o irme”, recuerda. En Estados Unidos, algunas cosas eran un sobreentendido, recuerda: “Muchas profesoras traían sus hijos pequeños a la universidad, los niños eran cuidados tempranamente fuera de la casa”. Una ministra de la mujer le pareció una promesa. “Por fin”, dijo a sus amigos. El camino de retorno le fue entonces más fácil.
Las mismas posibilidades, independientemente del sexo: eso es algo importante también desde el punto de vista económico. Solo la mayor tasa de actividad de las madres aumenta el producto social alemán en 4700 millones de euros y estabiliza el sistema de seguridad social. En 2014, Alemania alcanzó el objetivo nacional en el marco de la Estrategia Europa 2020 de elevar la tasa de actividad de las mujeres al 73 por ciento (73,1). No obstante, las mujeres siguen trabajando en Alemania demasiado a menudo en tiempo parcial. En 2014, una de cada dos mujeres de entre 15 y 64 años (46 por ciento) trabajaba menos de 32 horas por semana, según constató la Oficina Federal de Estadística. En el caso de las madres, el porcentaje es aún mayor: casi el 70 por ciento no trabajó en 2014 en tiempo completo, una de cada cinco madres trabajó incluso menos de 15 horas por semana. Para personas que crían solas a sus hijos –en nueve de cada diez casos se trata de la madre– todo es mucho más complicado aún. Falta la flexibilidad, las ofertas de cuidados de niños se adaptan muy lentamente a los cambios en las biografías laborales. Aproximadamente el 40 por ciento de las personas que crían solas a sus hijos debe recurrir a la asistencia del Estado. En el caso de familias completas, solo el ocho por ciento.
Matthias y Judith Göbel, de Hesse, pertenecen al tres por ciento de las familias en Alemania en las que la mujer trabaja más horas que el hombre. En el caso de los Göbel gana además más. Luego del nacimiento de Alba, su hija, en septiembre de 2011, Judith Göbel, maestra de primaria, dejó de trabajar diez meses. Luego retornó al trabajo en tiempo completo. “Conocer una escuela en tiempo parcial es prácticamente imposible”, dice. Además ella y su esposo habían decidido criar juntos a su hija. Matthias Göbel tomó cuatro meses de vacaciones parentales, luego trabajó diez meses en tiempo parcial y desde entonces permanece un día por semana en casa. Judith Göbel fue nombrada directora.
Nunca antes estuvieron las mujeres en Alemania tan cualificadas como ahora. Pero siguen siendo minoría en las posiciones de punta. La “leaky pipeline” puede observarse muy claramente en la ciencia. En 2013, el 54,6 por ciento de los bachilleres y el 50,8 por ciento de los graduados universitarios eran mujeres. Pero solo el 27,4 por ciento de las tesis de doctorado fueron escritas por mujeres. Y de solo una de cinco cátedras es titular una mujer. Con el Programa de Profesoras, la Federación y los estados federados fomentan medidas de igualación en las universidades y la creación de cátedras solo para profesoras.
También el Bundestag ha reaccionado. Para llevar a más mujeres a posiciones de responsabilidad, el Parlamento alemán aprobó en el año 2015 la Ley de Participación Igualitaria de Mujeres y Hombres en Puestos Directivos en los Sectores Privado y Público, la “cuota de mujeres”. En el futuro, los consejos de administración de 108 empresas cotizadas en la bolsa deben estar formados en por lo menos un 30 por ciento por mujeres. A partir del 1º de enero de 2016 rige: si las empresas no encuentran una mujer para el puesto, este queda obligatoriamente sin ocupar. Se habla entonces de la “silla vacía”.
Para Claudia Neusüß, se trata de un cambio de forma de pensar absolutamente necesario: “Hasta el comienzo de la actividad laboral, los hombres y las mujeres jóvenes están igual, luego se abre la tijera”, dice Neusüß, de 54 años, que, con su agencia Compassorange asesora a instituciones públicas y empresas privadas en cuestiones de diversidad. Neusüß fue cofundadora en los años 1980 de la mayor cooperativa de mujeres de Europa, el centro de fundadoras de empresas Weiberwirtschaft, en Berlín. Su lema: mujeres ayudan a mujeres. La política solo puede acompañar los cambios, pero cada sistema debe implementarlos por sí mismo, dice.
Los partidos políticos introdujeron en parte ya hace décadas las cuotas, para aumentar la diversidad interna. Al fundarse, en 1979, Los Verdes decidieron que por lo menos la mitad de todos los cargos debían ser ocupados por mujeres. En el SPD rige hoy una cuota del 40 por ciento. La CDU aprobó en 2010 que los cargos más arriba de las secciones locales y de distrito debían ser ocupados por lo menos en un 40 por ciento por mujeres. El Bundestag, en el que, a diferencia de Bélgica y Francia, no hay cuotas de candidatos, alcanzó en 2014 su cota máxima hasta ahora, con una participación de mujeres del 36,1 por ciento. Y finalmente, a la cabeza del Gobierno se halla en Alemania desde hace diez años una mujer: la canciller federal Angela Merkel. ▪