Regreso tras el terror: reconstrucción de una aldea
Bulama Dadi es el jefe de una aldea nigeriana que fue completamente destruida por Boko Haram. Su reconstrucción está contribuyendo a estabilizar toda la región.
De repente, Bulama Dadi se convirtió en un jefe de aldea sin aldea. Boko Haram dejó un rastro de destrucción a su paso por la región: arrasó chozas de adobe y dejó desoladas las tierras de pastoreo. En total, 2.200 personas, incluyendo mujeres, hombres y niños, se vieron forzadas a dispersarse por toda la región, huyendo del terror impuesto por este grupo terrorista. “Fueron momentos difíciles”, comenta este hombre delgado de unos 50 años, que relevó a su padre al frente de Ngarannam hace más de 20 años. En la aldea del noreste de Nigeria convivían personas de las etnias fulani, kanuri, shuwa y gamargu. Los hombres pastoreaban juntos el ganado y las mujeres confeccionaban sombreros tradicionales. Tras el devastador incendio provocado por el grupo terrorista en 2015, Bulama Dadi fue testigo del desmoronamiento de su comunidad. Los miembros de la comunidad se reencontraron en un campo de refugiados. En aquel momento, la posibilidad de regresar a Ngarannam era solo una esperanza distante.
Bulama Dadi recuerda el día exacto de 2019 en que aquello cambió. “Estábamos sentados fuera, en el campamento, cuando se acercaron a nosotros personas a las que nunca antes habíamos visto. Buscaban a habitantes de Ngarannam.” Ahora sabe que eran empleados del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP). “Nos dijeron que nuestra aldea iba a ser reconstruida.” Ngarannam es una de las nueve comunidades de la región que el gobierno nigeriano ha reconstruido junto con el UNDP en los últimos años. Contaron con la ayuda de Alemania, Suecia, Reino Unido, Países Bajos y la UE. La reconstrucción de las aldeas es parte de una iniciativa que busca reforzar la seguridad y la estabilidad en la región, brindando apoyo a las comunidades en Camerún, Chad, Níger y Nigeria que han sido afectadas por el terror de Boko Haram.
Con la posibilidad de regresar a Ngarannam, Bulama Dadi finalmente retomó lo que considera su tarea más importante: el cuidado de su comunidad. Él y otros habitantes sostuvieron varias reuniones con el UNDP para delinear el nuevo aspecto de su nueva aldea. Debía contar con una escuela y un centro de salud, así como electricidad y agua. “Antes nos preguntaron si queríamos volver siquiera a Ngarannam”, señala el jefe de la aldea. A pesar del sufrimiento que experimentaron allí a manos de Boko Haram: “Todos querían volver, ni uno solo de nosotros se opuso.”
Posteriormente, se construyeron 500 casas, una escuela, un mercado con 16 puestos, una enfermería y una torre de agua con capacidad para 20.000 litros, equipada con una bomba que funciona con energía solar. Durante la fase de planificación y construcción, Bulama Dadi participó activamente y muchos residentes trabajaron en la edificación de la nueva aldea a través de un programa de dinero por trabajo. Los habitantes ayudaban en las obras o plantaban árboles, recibiendo a cambio un salario local. Además, 250 hogares recibieron financiación para emprender o reconstruir un negocio. Otras 250 familias recibieron ayudas para la agricultura.
Hoy, la vida en la aldea es mejor que antes de la “crisis”, término con el que Bulama Dadi se refiere a la época en que su comunidad corría el riesgo de desaparecer del mapa. Los combatientes de Boko Haram se ocultaron en los bosques cercanos a Ngarannam mientras escapaban de las tropas gubernamentales. Desde allí atacaban una y otra vez la aldea y la saqueaban. En uno de los ataques mataron a varias mujeres. Fue un camino largo y cruel que culminó en la destrucción total de la aldea en 2015. Al igual que los residentes de Ngarannam, millones de personas en el noreste de Nigeria perdieron sus hogares en aquel tiempo y vivían como desplazados internos, ya sea con familiares o en campamentos. Gracias a una iniciativa de estabilización, muchos desplazados pudieron regresar a sus hogares, y en total se construyeron más de 2.000 viviendas nuevas en los estados nigerianos de Adamawa, Borno y Yobe.
“La reconstrucción de Ngarannam es un ejemplo de cómo los habitantes de países en crisis pueden volver a forjarse un futuro, incluso tras haber sufrido crímenes espantosos” señala Anka Feldhusen, responsable de Prevención de Crisis y Estabilización del Ministerio alemán de Asuntos Exteriores. Alemania se ha comprometido a combatir activamente el terrorismo en beneficio de la población. “Los habitantes de la aldea están aprendiendo que su estado se preocupa por su bienestar y defiende su seguridad. Con la creación de mercados y escuelas, entre otros, los servicios básicos también vuelven a funcionar.” Esto crea confianza, que a su vez es la base de una paz duradera.
Bulama Dadi, quien tiene 17 hijos y ha retomado su actividad ganadera en la aldea, confirma que la gente ahora vuelve a sentirse segura en Ngarannam. La aldea cuenta ahora con mejor protección, incluyendo una comisaría de policía con alrededor de 30 efectivos y una zanja de cinco kilómetros de largo que rodea la aldea. ¿Cuáles son los deseos de Bulama Dadi para el futuro de su comunidad? “Becas para niños y jóvenes”, dice. Para que los jóvenes puedan continuar su educación en Ngarannam más allá de la escuela primaria.