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Un alegato a favor de “Europe United”

“Europa debe desempeñar un papel activo en el mundo”, dice Heiko Maas, el ministro de RR. EE., en entrevista sobre el futuro de la UE 
 

06.11.2018
Ministro de Relaciones Exteriores Heiko Maas
Ministro de Relaciones Exteriores Heiko Maas © Dominik Butzmann/laif

Señor ministro, durante sus conversaciones a menudo se ve confrontado con expectativas y esperanzas que otros países depositan en Europa, especialmente con respecto a cuestiones como el libre comercio, la protección del clima y las migraciones. ¿Qué papel puede desempeñar hoy la comunidad europea de Estados en la política internacional? 
El resto del mundo tiene mucho más claro que nosotros cuán valiosa es Europa. En otros países se aprecian mucho los logros europeos: la paz, la libertad, la democracia y, naturalmente, también el bienestar, la capacidad de innovación y la segu­ridad social. Por eso, se espera que Europa no mire solo hacia adentro, sino que desempeñe un papel activo en el mundo. Y ello es urgentemente necesario. Solo en su conjunto tiene Europa el peso necesario para promover con éxito un comercio justo, una protección sostenible del clima y regulaciones de inmigración comunes y justas. Cuando la Unión Europa habla con una sola voz, somos escuchados. 

¿Cuáles son las tareas más importantes que los europeos deben abordar juntos?
La especial oportunidad para un accionar conjunto de Europa se da allí donde los Estados nacionales se ven confrontados con problemas globales. Porque cada uno de los Estados es demasiado pequeño para resolverlos solo. Solo es posible en conjunto. Y solo con una política económica y financiera europea social podremos cumplir, además, la promesa de bienestar en nuestro continente. En consecuencia, debemos seguir trabajando para que la zona del euro sea en el futuro inmune a las crisis. La misma urgencia reviste compartir internacionalmente las responsabilidades en la política inmigratoria. Por último, en un momento en el que está en juego en conjunto todo el orden basado en reglas, Europa debe ser capaz de actuar decididamente y con perfil propio en la política exterior. Es decir, que debemos asumir más responsabilidad por nuestra seguridad, garantizar la estabilidad en nuestra vecindad y en las negociaciones, justamente con interlocutores difíciles, poner en la balanza nuestro peso conjuntamente. 

¿Qué soluciones considera prometedoras en materia de política económica y financiera?  
Como primer exportador mundial, Alemania se beneficia del euro y el mercado interior como casi ningún otro país de la Unión Europea. La economía y la prosperidad crecen, también gracias a la existencia de la Unión Europea. Por eso, debemos fortalecer y reformar la eurozona de tal forma que el euro pueda resistir mejor a futuras crisis globales. Tenemos que, por ejemplo, seguir desarrollando el Mecanismo Europeo de Estabilidad. Necesitamos concretamente más inversiones en empresas jóvenes y debemos luchar más decididamente contra el desempleo juvenil. No podemos permitir “generaciones perdidas” en Europa. En la política comercial abogo por un comercio libre y justo que, por un lado, cree bienestar, y por otro, proteja simultáneaamente los estándares sociales. Por eso es muy importante conservar y fortalecer los sistemas multilaterales de comercio, con reglas fiables y vinculantes para todos.

El tema de la política migratoria es una de las cuestiones más apremiantes para muchos países europeos. ¿Permanecerán abiertas las fronteras en Europa?
No podemos permitir que el debate sobre la inmigración divida a Europa. Los países que se niegan a acoger refugiados deberán realizar aportes en otras áreas, por ejemplo, en la lucha contra las causas de los movimientos migratorios, que debemos abordar de forma mucho más decidida. También debemos continuar mejorando la protección de nuestras fronteras exteriores y no podemos dejar solos a países como Italia y Grecia. Y asimismo debemos ­seguir ayudando a países que acogen a refugiados fuera de Europa, tales como Jordania y el Líbano. Alemania, como segundo donante humanitario del mundo, sabe de su responsabilidad. Un logro es ­para mí, sin embargo, innegociable: las fronteras dentro de Europa deben permanecer abiertas. Son el más fuerte y tangible símbolo de la libertad de los ciudadanos europeos.

¿Cómo puede Europa lograr mostrar más unidad y fortaleza en la política exterior?, ¿qué propuestas concretas tiene al respecto? 
Los Estados Unidos han dejado claro –y no solo desde que Donald Trump es presidente– que Europa debe asumir más responsabilidad por su propia ­seguridad. En la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre de 2018 prevaleció la sensación de que un orden exterior está a punto de diluirse. El objetivo es una Unión Europea de Seguridad y Defensa, como pilar europeo de la asociación transatlántica, para que estadounidenses y europeos puedan seguir confiando también en el futuro el uno en el otro.

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¿Qué progresos se registran en ese debate, que realmente no es nuevo?
Ya han sido dados primeros importantes pasos en ese sentido, por ejemplo, la creación de la Cooperación Estructurada Permanente, para el desarrollo de capacidades militares comunes. Sin embargo, el núcleo de la política europea exterior y de seguridad es la gestión civil de crisis. El objetivo es lograr compromisos vinculantes de los países de la UE ­para fortalecer sus capacidades civiles. Además de las actuales misiones civiles de asesoramiento y ­formación, queremos crear un “Cuerpo Europeo de Estabilización”. Y en cuanto a la toma de decisiones en Bruselas, debería pensarse en hacer posible la toma de decisiones por mayoría cualificada, también en la política exterior. 

¿Qué es necesario, además, para que Europa pueda afirmar sus valores en un mundo cada más radicalizado y polarizado por los nacionalismos y populismos?, ¿debe reformarse Europa?
En primer lugar, la política europea debería dejar claro que la globalización, es decir, la erosión de estructuras de orden, no es un fenómeno natural ante el que estamos indefensos. Podemos darle forma y de tal manera, que la gente experimente ­perceptibles mejoras. Esa es la mejor respuesta a las recetas simplistas y hostiles de los populistas, que apuestan por el aislamiento y la separación. Tenemos que enfrentarlos juntos y para ello se necesita valor. Para mí, la clave está en la cohesión de Europa. Solo la unidad hacia adentro nos proporciona fortaleza y soberanía hacia afuera. Solo podemos abordar las tareas internacionales si las relaciones internas son sanas y se caracterizan por el respeto mutuo. Necesitamos una Europa unida, que no diferencie entre países pequeños y grandes, entre el centro y la periferia. Aisladamente, cada país es demasiado pe­queño para marcar la diferencia. 

En un discurso, usted dijo que la respuesta europea a “America First”, el lema del presidente estadounidense, Donald Trump, debería ser “Europe United”. ¿Cómo puede Europa conformar nuevamente una unidad? En este momento se registran divergencias y el próximo año tenemos el Brexit…
Para mí está claro que debemos repensar las relaciones entre Europa y Estados Unidos: queremos una amistad equilibrada. La distancia política a través del Atlántico es hoy mayor, pero Estados Unidos es más que la Casa Blanca. Ahora, por lo tanto, debemos invertir aún más en las relaciones con Estados Unidos, para renovarlas y conservarlas. Queremos asumir más responsabilidad y aportar más allí donde los Estados Unidos se retiran. La Unión Europea debe transformarse, como “Europe United”, en un pilar del orden internacional, en un socio para todos aquellos países comprometidos con ese orden y que creen en el progreso a través del multilateralismo. La Unión Europea está predestinada para luchar por el éxito de posiciones comunes. La unidad y el equilibrio nos han hecho fuertes. Una importante prueba es el acuerdo nuclear con Irán, que nosotros, como europeos, queremos defender.  

Por primera vez en la historia de la Unión Europea, un país, Gran Bretaña, abandonará la UE, en marzo de 2019. No es una buena señal.
Mucho lamento la decisión de los ciudadanos del Reino Unido de abandonar la Unión Europea. Para mí es una situación en la que ambas partes pierden, si bien Gran Bretaña sentirá las consecuencias del Brexit más que el resto de la UE. Ahora tenemos que extraer lo mejor de la situación dada. Para nosotros tienen máxima prioridad la cohesión y el desarrollo de la Unión Europea, especialmente en el mercado interior. Por otra parte, aspiramos a tener con Gran Bretaña una estrecha y ambiciosa asociación también después del Brexit. De eso nadie puede dudar.  

¿Qué aporte concreto puede realizar Alemania para cerrar la grieta que atraviesa Europa?
Alemania quiere fortalecer la cohesión en Europa y superar las divisiones. Para que eso tenga éxito, también Alemania debe dar pasos. Tampoco nosotros hemos hecho siempre todo bien. Nunca debemos tirar nuestros principios por la borda. Pero simultáneamente debemos aprender a ver a Europa más también con los ojos de los demás europeos. Eso vale, por ejemplo, para los países de Europa Central y Oriental. Entiendo que la gente allí reaccione muy sensiblemente cuando ven afectadas su soberanía e identidad recién ganadas, por ejemplo, por el tema de la inmigración. También los países del sur de Europa tienen su propia visión de las cosas. Y siguen sufriendo las consecuencias de la crisis financiera y el alto desempleo juvenil. Debemos entender esas perspectivas si queremos cerrar la grieta en Europa. No necesitamos ningún maestrillo, sino ofertas sensatas para conciliar intereses y una política europea que sea aceptada por la gente y traiga tangibles mejoras.  

Justamente de Alemania y Francia, los dos países más grandes de la Unión Europea, se espera siempre que sean el “motor” de Europa y actúen juntos. El presidente Macron exige reformas. ¿Qué iniciativas existen actualmente en ese sentido y qué planes hay para el futuro próximo?
La imagen del motor germano-francés sigue siendo correcta cuando logramos dar ánimo a otros y no nos presentamos como unos sabelotodo. Las reformas en la Unión Europea solo pueden tener éxito en estrecha coordinación con Francia. Otros nos seguirán solo si Berlín y París tienen el valor de cooperar mucho más ampliamente que hasta ahora en cuestiones económicas, financieras, energéticas y de seguridad. Por ello, Alemania y Francia esbozaron en junio en una declaración conjunta una posible hoja de ruta para las reformas que creemos necesarias. Esas reformas incluyen el fortalecimiento de la política exterior y de seguridad común. Alemania y Francia abogan juntas también por una solución europea de la cuestión de los refugiados y la inmigración: queremos cooperar con los países de origen y tránsito de los refugiados y migrantes, proteger nuestras fronteras exteriores y crear un sistema común europeo de asilo sobre la base de la responsabilidad y la solidaridad. En cuanto a la ­economía, queremos seguir desarrollando el Mecanismo Europeo de Estabilidad. Y estamos ­trabajando en un nuevo Tratado del Elíseo. Para una “Europa Unida”, Alemania y Francia deben actuar hoy más unidas que nunca.

Nuestro escaño en el Consejo de Seguridad de la ONU será lo más europeo posible

En los próximos dos años, Alemania tendrá voz en el Consejo de Seguridad de la ONU, como miembro no permanente. ¿Hasta qué punto será también una voz europea?
Nuestro escaño en el Consejo de Seguridad será lo más europeo posible. Queremos contribuir a que una Europa soberana promueva soluciones multi­laterales en todo el mundo. Cuando hablemos en el Consejo de Seguridad, queremos ser portavoces de todos los países miembros de la UE, aun cuando en la placa con el nombre diga “Germany”. Eso significa que coordinaremos las posiciones mucho más estrechamente que antes con los otros países miembros y defenderemos más claramente una posición común europea.

¿Qué logros de Europa son para usted los más importantes?
Para mí, el gran logro sigue siendo, sin duda, que una guerra en Europa se ha vuelto inimaginable para nosotros. Al comienzo de mis estudios, en Sarrebruck, directamente junto a la frontera con Francia, el por entonces presidente de la Univer­sidad nos pedía que visitáramos los campos de batalla de Verdún, que no están muy lejos. Así lol hice. Quien ha visto Verdún puede quizá intuir que inconmensurable valor tienen en Europa hoy la paz y la reconciliación. Después de dos guerras mundiales y muchos años de división forzada, Europa Oriental y Occidental son hoy libres y están unidas: ese es para mí el mayor logro y la mayor felicidad de Europa. Ese logro debería ser nuestro incentivo diario para no dar por sobreentendidas la paz y la democracia, sino luchar por ellas, por nuestros valores europeos.

Sr. ministro, muchas gracias por esta conversación. 

Entrevista de: Janet Schayan.

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