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Fronteras solo sobre el papel

Es uno de los proyectos europeo de éxito: desde hace 30 años, el Programa Erasmus posibilita estadías en el exterior a estudiantes, aprendices de oficios, practicantes y personal universitario.

20.03.2017
© dpa - Education

“Quiero ser ciudadano del mundo, sentirme en casa y viajar a todos lados”. Cuando el humanista Erasmus de Rotterdam escribió esa frase en una carta ya había viajado mucho por Europa, para aprender, estudiar y ejercer la docencia. Tan fácilmente como hoy no era viajar, sin embargo, en su tiempo, los siglos XV y XVI. Cinco siglos más tarde fue lanzada una singular iniciativa para ciudadanos del mundo ávidos de conocimientos. Para facilitar a estudiantes traspasar las fronteras de sus propios países, la Unión Europea creó en 1987 el Programa Erasmus, con 244 participantes de once países.

Erasmus es el acrónimo de “European Community Action Scheme for the Mobility of University Students”. El objetivo del programa es ayudar a hacer posible lo menos burocráticamente posible una estadía de estudios o aprendizaje en cualquier lugar de Europa, ya sea un semestre en una universidad española o prácticas en una empresa polaca. Del programa se han beneficiado en los pasados 30 años casi 1,3 millones de estudiantes solo de Alemania, donde el intercambio es coordinado por el Servicio Alemán de Intercambio Académico. En todos los países del programa han participado ya nueve millones de jóvenes. En 2014, el programa fue ampliado, transformándose en Erasmus+, al que se asignó un 40 por ciento más de fondos.

Vistazos a otros sistemas universitarios

José Gil

Uno de esos participantes es José Gil, de 22 años, que cursa el séptimo semestre como estudiante de Farmacia en Coímbra, la más antigua universidad de Portugal. En el verano de 2016 estudió dos semestres en la Universidad Libre de Berlín (FU). Fue uno de los aproximadamente 1.000 estudiantes extranjeros que la FU acoge por año. “A pesar de que el tiempo es, naturalmente, más malo”, a Gil le gusta Berlín. “En Berlín hay más seminarios, los estudiantes tienen más posibilidades de debatir y adquieren más conocimientos prácticos”, agrega.

“La FU participó desde el principio en el Programa Erasmus y es una de las universidades alemanas que más estudiantes extranjeros acoge a través del programa de intercambio”, dice Gesa Heym-Halayqa, coordinadora de Erasmus+ en la Universidad Libre de Berlín. Unos 650 estudiantes, en promedio 50 docentes, 30 integrantes del personal universitario y 80 participantes que realizan prácticas en los países socios envía la FU por año a universidades en el exterior que participan en Erasmus+.

Mejores posibilidades de hacer carrera

¿Qué conclusiones sacó Jose Gil de su estadía en Alemania? “Pienso que haber conocido el sistema alemán, muy disciplinado y profesional, solo puede ser una ventaja para mi futuro profesional”, dice. A Gil le gustaría además hacer realidad en Alemania su sueño de trabajar en el futuro en la investigación o ser docente universitario. En Alemania no solo aprendió mucho, sino que también conoció a su actual novia.

La historia de José Gil no es inusual. Los grandes objetivos del programa giran en torno a más movilidad, realizar experiencias interculturales y mejorar las posibilidades propias en el mercado laboral. Los países miembros de la UE aportan 450 millones de euros por año al programa, que hoy posibilita estadías en el exterior a estudiantes y colegiales, organizaciones y maestros.

Un millón de “bebés Erasmus”

Un estudio de 2014 de la Comisión de la UE demuestra que exestudiantes de Erasmus no solo logran entrar más rápidamente en el mercado laboral y tienen mejores posibilidades de hacer carrera: el 27 por ciento también conoció a su pareja durante su estadía en el extranjero. La Comisión de la UE estima que desde el comienzo del programa han nacido ya un millón de “bebés Erasmus”.  

Jule Zenker

A ello se agregan incontables historias de nuevas amistades y una mayor confianza en sí mismo. Una de esas historias es la de Jule Zenker, hoy de 26 años. En 2012, siendo estudiante de la Universidad de Heidelberg, hizo un semestre en Lieja, Bélgica, para mejorar sus conocimientos de francés y recoger experiencias en el exterior. “Al comienzo me fue difícil entender a los belgas”, dice Zenker, que ahora trabaja como traductora e intérprete en Berlín. “El primer día en la Universidad de Lieja, nadie se sentó junto a mí. Pero, al final del día, estudiantes me saludaron y me preguntaron quién era y de dónde venía”, agrega. Los estudios en Bélgica son más formales y el número de puntos contabilizables es limitado, dice Zenker, pero lo que, luego del semestre, trajo de regreso a casa, dice, fueron “francés a alto nivel, más seguridad en mí misma, nuevos amigos y singulares experiencias con gente de diversos países”.

Erasmus+ apoya a estudiantes, colegiales que realizan prácticas y docentes en el exterior no solo con cursos de idioma y ayuda para hallar alojamiento. También les financia a los participantes las tasas de matrícula en las universidades anfitrionas y les proporciona un subsidio para gastos durante la estadía Erasmus+. El resto de lo que necesitan lo obtienen los becarios, por ejemplo, con ayudas estatales, apoyo de los padres, o, como en el caso de José Gil, con pequeños trabajos. En Berlín da clases de ukelele. “No solo me divierte, sino que, conversando con los alumnos mejoro, además, mis conocimientos de alemán”, dice. Pues muy fluidamente, agrega, aún no lo habla. 

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