No es perfecto, pero sí hecho por uno mismo: por qué el bricolaje es un culto en Alemania
Según una encuesta reciente, alrededor del 70 % de los alemanes coge regularmente un martillo y un taladro. La cultura alemana del bricolaje es mucho más que un pasatiempo. Las tiendas de bricolaje son como centros de innovación en los se planifica meticulosamente la próxima misión. No importa si el balcón necesita realmente una octava luz solar. Lo importante es que las instalaremos nosotros mismos. Las baldosas torcidas y las patas tambaleantes de las mesas son un homenaje a lo hecho a mano por uno mismo, una declaración contra la perfección de la tienda de muebles.
Hace tiempo que el bricolaje llegó al mundo virtual. En vídeos con millones de reproducciones, los influencers del bricolaje o Do it yourself revelan cómo transformar palés viejos en un banco de jardín “superbonito en tan solo diez minutos”. Tres días, dos tiritas y una llamada a urgencias después, ya ves lo que has creado.
Los percances también tienen su hueco en internet, ya sea como advertencia o para reírse de ellos: estanterías torcidas porque el nivel de burbuja se considera un accesorio opcional. Inodoros ocultos tras puertas que ya no se pueden abrir. O buhardillas en las que, gracias a un buen martillazo, entra una agradable luz natural.
A veces, una obra resulta llevar a un tesoro escondido. Como le pasó a una pareja de Baviera, que descubrió billetes y cartas de los años 20 durante unas obras de renovación. Cada pared que se rompe puede esconder un tesoro y convierte al aficionado al bricolaje en arqueólogo.
Mientras tanto, el sector del bricolaje produce innovaciones que subrayan el hecho de que Alemania es el país de la ingeniería. El último ejemplo: un extractor de tacos que está llamado a revolucionar la vida de todos los aficionados al bricolaje. ¡Un posible éxito de ventas! Porque acabar con un taco que se nos rebela no tiene precio.
Aunque el color de la pared del salón acabe siendo más “gris lodo” que “elegante gris topo”: el orgullo de haberlo hecho con tus propias manos no te lo quita nadie. Hasta que te pones a taladrar con gran soltura y de repente golpeas la tubería del agua. Entonces, hasta los alemanes llaman a un profesional.