Ir al contenido principal

Preservando 
valores

Con 38 sitios declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO, Alemania es uno de los países con más sitios en la lista.

07.09.2013
picture-alliance/dpa - Opera House Bayreuth
© picture-alliance/dpa - Opera House Bayreuth

Sobre la gran diversidad del Patrimonio Mundial en Alemania

Un ruido infernal. Dos centauros de piedra soplan un ensordecedor acorde, mientras que la violenta fuerza del agua saca sonidos por la presión a través de tubos de metal. Cuando este apocalíptico cuerno se escucha hasta abajo en la ladera, ya todo el líquido está en movimiento. Entonces, las masas de agua salpican salvajemente sobre los acantilados al pie de la estatua de Hércules, cuya gigante figura al parecer sirvió de inspiración para la Estatua de la Libertad de Nueva York. A continuación, un chorro de doce metros sale de la boca del gigante. Una multitud de escolares, jubilados y turistas se aglomeran en las escaleras a ambos lados de la cascada y corren rumbo al valle con la esperanza de adelantarse al curso del agua. Después de ocho años kilómetros y medio de barrocas fantasías diluvianas, el torrente se reparte en románticas arroyos que luego se vuelven a juntar y bajan rugientes por las laderas para pasar por debajo del Puente del Diablo. Después de un recorrido por prados y bosques, la corriente sale despedida por encima del acueducto y termina cayendo al abismo formando un inmenso arco de 34 metros. Una gigantesca fuente ornamental de 54 metros de altura es el broche de oro de los espectaculares juegos de agua. Es un récord mundial. Desde 2013, los juegos de agua situados en el Parque Wilhelms­höhe de Kassel, junto a las reservas de agua en el Parque Habichts­wald, son Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

Algunos lo ven como una competición: con sus 38 sitios del Patrimonio Mundial, después de China, Italia, Francia y España, Alemania es uno de los países con la mayor cantidad de sitios declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO. Esta cifra, que parece elevada teniendo en cuenta fla reducida superficie del país, es comprensible en virtud de la particular historia del país en el centro de Europa, que –como Italia– no surgió como nación hasta finales de siglo XIX. Hacia 1800 había cientos de pequeños estados soberanos en el actual territorio de la República Federal de Alemania. A ellos se sumaban 51 ciudades imperiales libres. Estos dominios raramente tenían una coherencia territorial. Cada feudo tenía su propio sistema legal, acuñaba su propia moneda, cobraba aduanas, determinaba medidas de longitud, peso y tiempo. Cada feudo estaba integrado de forma diferente en el tejido familiar europeo y forjaba sus propias alianzas políticas y económicas. Culturalmente la competencia era muy viva. Había príncipes mecenas que, influenciados por logros culturales de otras cortes europeas, fomentaban las artes para su propia gloria. Landgrave Carl von Hessen-Kassel, que dispuso la creación del parque Bergpark Wilhelmshöhe en 1689, era un representante típico de estos Estados. Guillermina de Bayreuth, hermana de Federico II de Prusia, quien ordenó construir una nueva ópera con motivo de la boda de su hija en 1748 por el entonces célebre arquitecto y pintor Giuseppe Galli Bibiena, era uno de estos mecenas obsesionado con sus visiones arquitectónicas. Esta joya única situada en una distante ciudad de Franconia –que se transformaría en el prototipo de las óperas posteriores en el centro de una ciudad– fue distinguida por el Comité del Patrimonio Mundial en su reunión anual de 2012 por su “valor universal excepcional”.

Este policentrismo histórico de Alemania explica la autonomía cultural de los actuales 16 Estados federados, incluyendo las ciudades-estado Hamburgo, Bremen y Berlín. Cada uno dicta sus 
propias leyes de preservación de monumentos y desarrolla sus propias propuestas para la lista del Patrimonio Mundial, las cuales son coordinadas por la Conferencia Permanente de Ministros de Educación y Culto. Obviamente cada Estado desea obtener el reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad con al menos un objeto. Por prestigio pero también por las expectativas turísticas. En 1976, la República Federal de Alemania ratificó la Convención sobre el Patrimonio Mundial. La catedral de Aquisgrán (Aachen) fue declarada en 1978 el primer Patrimonio de la Humanidad alemán. La obra de estilo carolingio con préstamos de la arquitectura antigua romana y bizantina, simboliza hasta hoy los primeros intentos de unificación europea bajo el emperador Carlomagno. Si inicialmente eran premiadas obras individuales, sobre todo iglesias y castillos, con el tiempo el reconocimiento se extendió a complejos arquitectónicos y a cascos antiguos bien conservados. En 1987, los numerosos edificios romanos en la ciudad de Tréveris fueron declarados Patrimonio de la Humanidad. La ciudad a orillas del Mosela, con una población de 8000 habitantes, era en 300 d.C. una de las principales ciudades del Imperio Romano y la más grande al norte de los Alpes. La ciudad hanseática de Lübeck, cuyo plano urbano establecido en el siglo XII hasta hoy no ha cambiado, fue incluida en la lista de la UNESCO en 1987 como primer casco histórico del norte de Europa. En 1992, el Comité distinguió las Minas de Rammelsberg y la muy bien conservada ciudad medieval de Goslar con sus casas de entramado de madera. Los yacimientos de Rammelsberg y un sofisticado sistema de gestión del agua desarrollado por monjes cistercienses han caracterizado a la región y la ciudad desde el siglo XIII. La plata de Rammelsberg enriqueció al emperador y a la ciudad de Goslar. Unos 30 kilómetros de cursos de agua artificiales, 100 estanques como cuencas de retención, grandes ruedas hidráulicas subterráneas, enormes sistemas de túneles y finalmente la planta procesadora construida en 1930 por los arquitectos Schupp y Kremmer, son testimonios de una tradición minera de 700 años. Con la nominación posterior del sistema de gestión de aguas del Alto Harz en 2010, este Patrimonio Mundial abarca ahora una superficie total de más de 200 km2. Y quién contempla la región del Harz entiende por qué los bosques de abetos también son resultado de la explotación minera. Fueron plantados cuando se había agotado el antiguo bosque mixto por la construcción de túneles, acueductos y ruedas.

De todos los parques declarados Patrimonio Mundial el más espectacular es tal vez el Reino de los Jardines de Dessau-Wörlitz de 140 km2. El pacifista y libre pensador príncipe Leopoldo III. Friedrich Franz de Anhalt-Dessau declaró su pequeño país reino de los jardines y concedió a todos sus ciudadanos el libre acceso a la recreación y a la educación. Inspirado en modelos ingleses, el príncipe introdujo un clasicismo alegre en el país. Pero el Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO también se interesa por monumentos del pasado reciente. Por eso, seis barrios en Berlín edificados en la década de 1920 son desde el año 2008 Patrimonio de la Humanidad, como ejemplo de una planificación social y abierta en tiempos de crisis y de escasez de viviendas.

Aunque son las leyes de cada Estado federado las que garantizan la protección de los sitios del Patrimonio Mundial, el Gobierno de Alemania participa en la preservación y la difusión del Patrimonio Mundial, en vista de que los responsables locales y provinciales no siempre cuentan con recursos suficientes. Esto favorece a grandes fundaciones apoyadas institucionalmente por el Gobierno Federal. Por ejemplo, la fundación Klassik Stiftung Weimar que, a pesar de lo que indica su nombre, no se dedica solo a cuidar aquellos sitios en los que actuaron Johann Wolfgang Goethe y Friedrich Schiller, sino también el legado de la Bauhaus. También recibe apoyo la fundación Stiftung Bauhaus Dessau, que se ocupa de la preservación, explotación y difusión de los edificios experimentales modernistas en ciudades, en las que la industria se 
contrae. Debido a la internacionalidad de la escuela de diseño y arquitectura Bauhaus y al exilio forzado por los nazis de sus protagonistas, la Bauhaus llegó a ser icono de estilo a nivel mundial.

Pero un asunto sin duda de competencia federal es el costoso mantenimiento de la Isla de los Museos en Berlín, un singular complejo construido desde 1810 por decreto real en el corazón de la capital y que ha estado siempre abierto a todos los tiempos y a todas las culturas. Con fondos del programa “Valiosas reliquias culturales nacionales”, iniciado por el Delegado del Gobierno Federal para la Cultura y los Medios, se financia, entre otros, la preservación de la Fábrica Siderúrgica de Völklingen. Esta gigantesca 
acería fundada en 1873, fue una singular fuente de innovaciones técnicas y debe ser protegida contra la oxidación.

Quizás una de los más importantes proyectos del Gobierno Federal en favor del Patrimonio Mundial es el programa especial “Promoción de inversiones en Patrimonios de la Humanidad de la UNESCO”, desarrollado por el Ministerio de Obras y Transporte como instrumento de desarrollo urbano. Para el periodo de 2009 a 2014, el Gobierno federal ha comprometido 220 millones de 
euros. Los fondos permiten restaurar el medieval “Puente de Piedra” en la antigua ciudad libre imperial de Ratisbona, muy maltratado por el tráfico. En Quedlinburg se desea estabilizar la 
porosa colina del castillo (Schlossberg). En los grandes palacios 
y parques de Potsdam y Berlín hay que mantener edificaciones y detalles de jardinería.

También se fomentan obras nuevas que mejoran la percepción de los sitios, como edificaciones de entrada, sistemas de control y centros de información. El pequeño monasterio de Lorsch, en Hesse, lucha tenazmente por destacarse más como Patrimonio de la Humanidad. Es que las reliquias de este monasterio, que en otros tiempos abastecía de literatura a toda Europa, son discretas y enigmáticas. La aldea de casas de maderas entramadas situada en el Odenwald es de difícil acceso por transporte público y no cuenta con hoteles o restaurantes importantes. La responsabilidad por un Patrimonio de la Humanidad puede ser aquí difícil para el Gobierno local. Tomar en serio un Patrimonio Mundial significa asumir la responsabilidad frente a toda la Humanidad, que se enorgullece de sus logros culturales. Sin intercambio cultural, ninguno de estos monumentos se hubiera podido conservar, no importando el tamaño del Estado en el que se construyó.

El Patrimonio Natural es resultado de interdependencias geológicas globales. Los caballos primitivos en el sitio fosilífero de Messel cerca de Darmstadt son un legado de la madre tierra al igual que el Mar de Frisia, que se extiende desde la costa de Holanda hasta Dinamarca, los últimos hayedos de Europa, que se salvaron de la insaciable hambre energética de las ciudades. Alemania también puede ofrecer sorpresas en términos de naturaleza. Sólo hay que tomarse el tiempo para descubrirlas.