Capitales europeas de la cultura alemanas
Antes que Chemnitz, tres ciudades alemanas ostentaron el título de Capital Europea de la Cultura. Berlín, Weimar y Essen exhibieron su diversidad cultural.
Berlín (1988): arte en la ciudad dividida
En 1988, Berlín (Occidental) fue la primera ciudad alemana en ser nombrada Capital Europea de la Cultura. En una época en que la ciudad aún estaba dividida, Berlín aprovechó el año para subrayar su papel como importante centro del arte y la cultura europeos. Además de exposiciones y conciertos internacionales, el programa incluía un diálogo entre Europa Oriental y Occidental. Conciertos con orquestas de renombre y producciones teatrales subrayaron la condición de Berlín como centro creativo.
Weimar (1999): clasicismo y modernidad en primer plano
Weimar es conocida como la cuna del clasicismo alemán y está estrechamente vinculada a personalidades como Johann Wolfgang Goethe y Friedrich Schiller. Entre los acontecimientos más destacados de 1999, año en que fue nombrada Capital Europea de la Cultura, figuran las celebraciones del 250 aniversario del nacimiento de Goethe, el 240 aniversario del nacimiento de Schiller y el 80 aniversario de la Constitución de Weimar. Mención especial merece la fundación de la West Eastern Divan Orchestra, un proyecto musical multicultural que sigue existiendo hoy en día. Weimar se benefició del premio modernizando numerosas instituciones culturales. Varios lugares fueron incluidos en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Essen (2010): una región en transformación
En 2010, Essen fue nombrada Capital Europea de la Cultura como representante de toda la Región del Ruhr. Esta decisión reflejaba la transformación de la región de centro industrial a paisaje cultural y creativo. Los proyectos incluyeron la transformación del complejo industrial de la mina de carbón de Zollverein, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 2002, en un centro cultural y artístico y la red RuhrKunstMuseen, que unió numerosos museos de la región. Acontecimientos como la campaña “Still-Leben Ruhrschnellweg”, en la que una autopista se transformó temporalmente en lugar de encuentro cultural, atrajeron mucha atención.