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“Ver más allá en la mayor medida posible”

La creatividad no es magia. El ingeniero de software Matthias Koch nos explica cómo se generan las buenas ideas. 

15.08.2024
Matthias Koch, director de proyecto en el Instituto Fraunhofer de Ingeniería Experimental de Software
Matthias Koch, director de proyecto en el Instituto Fraunhofer de Ingeniería Experimental de Software

Matthias Koch es doctor en informática y dirige el departamento de “Digital Innovation Design” en el Instituto Fraunhofer de Ingeniería Experimental de Software en Kaiserslautern. Desde allí, los científicos ayudan a las empresas con problemas de todo tipo: desde la búsqueda de ideas creativas a su puesta en práctica técnica.  

Señor Koch, ¿cómo surgen las buenas ideas?
En primer lugar, se debe saber que no se trata simplemente de sentarse, esperar y soñar. Para que se generen buenas ideas, aquí seguimos un proceso. Básicamente, el primer paso es comprender el problema y el objetivo. El segundo es buscar inspiración y también mirar lo más allá posible del problema en sí mismo. Si estamos trabajando, por ejemplo, en un asunto relativo a la producción de automóviles, también observamos sectores, como el de farmacia o la industria maderera, y, aunque parezca lejano, analizamos cómo se fabrican los productos allí. Esto puede ser útil. Muchas veces, el proceso se trata de “robar” buenas ideas, buscar inspiración y determinar cómo puede aplicarse eso al producto propio. 

¿Podría dar algún ejemplo concreto?
Al observar ecosistemas digitales, como el portal de alquileres Airbnb, está claro que el portal mismo no posee ninguna propiedad, sino que funciona como nexo entre quienes tienen las propiedades y las personas que viajan. Spotify no produce música, pero reúne a músicos y personas que les gusta escuchar música. Se trata de una tendencia que puede verse en todos lados, incluso, en el caso de empresas menos conocidas. Schüttflix comercializa productos a granel, como grava y arena, para el momento y el lugar oportunos. Kawaloo es una suerte de Airbnb para almacenes. Un ejemplo interesante: nos damos cuenta de que las empresas necesitan espacios para almacenar artículos por un tiempo limitado y, así, nos preguntamos, por ejemplo, cómo pueden hacer las personas que viajan y necesitan un lugar donde dormir temporalmente.  

En nuestro trabajo con empresas, en el Instituto Fraunhofer nos preguntamos a menudo qué hacen las empresas innovadoras o los países avanzados desde una perspectiva digital, como Estonia, y cuáles de estas cuestiones pueden aplicarse en nuestros proyectos. 

Desde el Instituto ayudan a empresas a prepararse para el futuro e imparten talleres creativos. ¿Qué métodos utilizan?
Usamos, por ejemplo, el método 6-3-5, cuyo objetivo es generar tres ideas en cinco minutos en relación con seis campos temáticos seleccionados individualmente. De esta manera, elaboramos numerosas sugerencias. También creamos un juego de cartas, el “InnoCards”, que nos permite generar ideas nuevas a través de diferentes cartas inspiradoras y una serie de normas sencillas. Trabajamos con Playmobil, con los que los clientes crean situaciones específicas de manera lúdica. La plastilina puede ser un catalizador de creatividad también. Los métodos siguen siempre un modelo con gran amplitud inicial para despertar la inspiración y que después converge en la solución adecuada o la idea que se está buscando. Desde luego, la búsqueda de tanta creatividad deriva en una disponibilidad más bien reducida de ideas apropiadas. 

¿En qué momento entran en juego la tecnología y el software?
Quizás resulte sorprendente, pero, a pesar de ser un instituto dedicado al software, nos enfocamos en primer lugar en las personas y no en la tecnología. La tecnología debe aplicarse para hacer realidad lo que se pensó previamente y no al revés. No es que tenemos una tecnología y decimos: “Bueno, ahora busquemos un problema adecuado para esta tecnología fantástica”. Comenzamos con el problema y, en algún momento, concluimos en que “esta podría ser una solución”. Es allí cuando dejamos atrás la parte creativa y el proyecto pasa a las manos de los ingenieros que desarrollan una tecnología apropiada. Pero también investigamos cómo se puede aplicar la tecnología en procesos creativos, como en el caso de la inteligencia artificial, y cómo pueden ayudar los modelos lingüísticos grandes en el diseño de soluciones.