De leones y óscares: dos visionarios de la conservación de la naturaleza
El influencer Valentin Grüner está comprometido con la conservación de la biodiversidad, como lo estuvo en su día el legendario documentalista Bernhard Grzimek.
Es el “hombre que susurra a los leones”. En la interminable extensión del desierto del Kalahari, en Botsuana, Valentin Grüner ha encontrado el trabajo de su vida: la protección de los majestuosos animales salvajes de África. Y millones de personas de todo el mundo siguen su fascinante trabajo en las redes sociales. Grüner se hizo famoso por su extraordinaria relación con la leona Sirga, a la que suele abrazar con devoción. Sirga fue rechazada por su madre cuando nació y Grüner la ha criado.
Hábitat de animales salvajes
Este alemán viajó a África hace más de una década, al principio como guía turístico. Pero pronto se dio cuenta de que quería hacer algo más que guiar a los turistas por el impresionante paisaje. Junto con el activista danés por los derechos de los animales Mikkel Legarth, Grüner fundó el Modisa Wildlife Project, que cuida de leones huérfanos en una reserva de 170 kilómetros cuadrados y pretende proporcionar a los animales un hábitat seguro y protegido de los cazadores furtivos.
Valentin Grüner se ve a sí mismo no solo como conservacionista, sino también como embajador de una mayor comprensión de la compleja relación entre humanos y animales. Su estrecho vínculo con los leones atrae la atención y la admiración de todo el mundo.
Documental de animales ganadora de un Óscar
Bernhard Grzimek es un ejemplo histórico del compromiso alemán con la conservación de la naturaleza. Este veterinario, director del zoo de Fráncfort del Meno y cineasta de animales fue una destacada figura del compromiso mundial con la conservación de las especies en la década de 1950, cuya importancia no se reconoció realmente en aquel momento. El documental de Grzimek “Serengeti no debe morir” fue la primera película alemana después de la Segunda Guerra Mundial en recibir un Óscar (lo hizo en 1960). La película llamó la atención sobre la amenaza que se cernía sobre la sabana del Serengeti, en Tanzania, y aún hoy se considera un hito. El hijo de Grzimek, Michael, murió en un accidente de avión durante el rodaje. Había estado investigando las migraciones de animales en el Serengeti y su padre publicó los resultados a título póstumo, lo que en última instancia condujo a la ampliación del Parque Nacional del Serengeti. El trabajo de Grzimek no solo concienció a la población alemana de la importancia de la conservación de la naturaleza, sino que también promovió la cooperación internacional en la protección de los ecosistemas.