El gran reto de las ciudades alemanas
Las ciudades hacen mucho para acoger bien a solicitantes de asilo. Pero algunas están al borde de sus posiblidades.
Entre cama y cama, los voluntarios han desplegado lonas de plástico que crujen poco cuando se las toca. De algunas se han colgado toallas, pantalones de niños y un abrigo. Un joven de pelo negro y gafas corre la cortina y mira cordialmente. “Hello, how are you?”, “Hola, ¿cómo estás?” Bajo el techo del salón cuelga un aro de baloncesto, ya que el edificio de ladrillos en el distrito de Sand en Bergisch Gladbach es en realidad un gimnasio. Desde julio de 2015 muchos han encontrado allí refugio, al principio eran 78, ahora son ya 93. Huyen de Siria o Afganistán y todo su patrimonio, una pequeña maleta, cabe debajo de la cama.
En otra sala, algunas mujeres del vecindario han distribuido papeles de colores, tijeras y lápices sobre una mesa. Hacen bricolaje con los niños refugiados para distraerlos de sus experiencias durante la huida. También algunos jóvenes dibujan y pintan como pasatiempo. ¿Cuánto tiempo se quedarán en Sand? Se encogen de hombros. No lo saben. En este centro de acogida deben quedarse semanas o meses y luego son trasladados a instalaciones más pequeñas. El gimnasio es sólo una primera estación. En estos días se ve al alcalde de Bergisch Gladbach, Lutz Urbach, muy serio y preocupado. Por lo general es alguien con mucho optimismo y entusiasmo, alguien a quien le gusta hablar de fútbol y es muy emprendedor. La cuestión de los refugiados en su ciudad de 110.000 habitantes es una carga para él. Hasta 2000 refugiados podrían llegar hasta finales de 2015. Ya en el verano Urbach fue uno de los que advirtió de que las posibilidades de acogida son limitadas. La afluencia de refugiados no menguaba.
Desde principios de 2015, más de 800.000 personas han llegado como refugiados a Alemania. Corresponde a las autoridades locales acoger y dar asistencia a los refugiados. En Bergisch Gladbach, pese a un déficit presupuestario de 18,5 millones en 2016, la cultura de bienvenida es cálida. Empleados municipales, organizaciones benéficas y una densa red de voluntarios se ocupan de los recién llegados. Tan solo la Cruz Roja Alemana en cuatro semanas ha contratado a 144 empleados en el Distrito de Rheinisch-Bergischer Kreis para los centros de acogida.
Lutz Urbach, un dinámico alcalde de pelo gris y mirada atenta, resalta: “Somos una rica ciudad rica al poder acoger a estas personas.” Con la compra de un edificio de una antigua editorial y un hotel en Bergisch Gladbach, la ciudad cree poder hacer frente a la situación de los refugiados. Ya a mediados de 2015 el Gobierno nombró un equipo de “Task Force Flüchtlinge” en el ayuntamiento, para comprar con flexibilidad y rapidez inmuebles. Pero desde hace meses llegan mucho más refugiados de lo que se esperaba. Los responsables lamentan mucho que los refugiados estén viviendo en centros temporales e instalaciones deportivas. En octubre de 2015 Lutz Urbach firmó una carta a la canciller federal Angela Merkel, junto con más de 200 alcaldes de Renania del Norte-Westfalia, en la que indicaba que se habían agotado casi todas las instalaciones disponibles de acogida. Para el alojamiento se necesitan tanto personal “que ya no podemos cumplir –o solo parcialmente– con otras tareas.”
Ulrich Maly conoce muy bien los retos para ciudades y municipios. Es vicepresidente de la asociación alemana de ciudades y a la vez alcalde de Núremberg. Actualmente los refugiados en Alemania viven en gimnasios, tiendas de campaña, navíos, hoteles, antiguas tiendas de muebles, dice Maly. “Es increíble la variedad de centros de acogida.” Pero la acogida inicial en estos centros es solo el comienzo. Después de eso la gran tarea es la integración a largo plazo. Se necesitan plazas en jardines de infantes y colegios, vivienda y empleo, además de cursos de integración y de alemán. Para Maly, “lo podemos conseguir, pero no es algo sin costo.” La asociación alemana de ciudades pide más apoyo del Gobierno federal y de los Estados federados. Representa a 3400 ciudades y municipios de Alemania con un total 51 millones de habitantes. La corriente de migración se puede absorber en 2015, dice Maly, pero es imposible hacer frente a una inmigración de estas dimensiones durante diez años.” En casi todas las comunas hay estándares mínimos que ya no se pueden cumplir, y que son imposibles de cumplir.
Muchos de los refugiados que llegan en Bergisch Gladbach han entrado a Alemania a través de Passau. La ciudad cerca de la frontera con Austria y la República Checa se ha convertido en un centro para refugiados – a veces en condiciones caóticas y 20.000 refugiados nuevos por semana. Para la ciudad esto ya es una rutina. En tres puntos de registro se recibe a los refugiados, comenta el alcalde Jürgen Dupper. A la mañana siguiente de su llegada, trenes y autobuses especiales los transportan a otras partes de Alemania. También hasta Bergisch Gladbach situada a 600 kilómetros de distancia. Cuando llegan allí, por lo general ya es de noche. En el centro de acogida la Cruz Roja hay instalada una tienda de campaña brillantemente iluminada, en cuyo interior se ofrece la sopa caliente que han cocinado los voluntarios. “Comer, beber y dormir. Esto lo primero y más importante”, dice Reinhold Feistl. “La gente está agotada.” Feistl es director general de la Asociación de la Cruz Roja en el distrito de Rheinisch-Bergischer Kreis y coordina la atención de los refugiados de la Cruz Roja en el sur de Renania del Norte-Westfalia, el equipo de personal y la administración. Por eso es como el corazón de la asociación. „Reír al menos una vez al día, es obligatorio por contrato para mis colaboradores”, resalta Feistl. Cuando el trabajo es demasiado duro, se pone una nariz de payaso durante la reunión de las mañanas. “Hacemos lo que podemos”, dice Feistl. “Luchamos, e improvisamos. Y el invierno llega.”
“Lo lograremos”, dijo la canciller Angela Merkel en septiembre de 2015. Con esta frase deseaba llevar un mensaje de aliento a toda Alemania. Gente, ciudades, municipios. “No lo lograremos”, replicó Boris Palmer, alcalde de Tubinga, en su página en Facebook. Allí expresó el temor de muchos ciudadanos y comunas. Este político de la Alianza Partido ‘90 / Los Verdes calculó que con una afluencia de refugiados de 10.000 personas al día, llegarían en total 3,65 millones de refugiados en un año a Alemania. Dijo que había que restringir la afluencia, porque los municipios ya estaban abrumados y ponía en peligro la paz social en el país. Amenazó incluso con confiscar viviendas. “De las bases comunales recibimos mucho apoyo”, asegura Palmer. “En la ciudad, en la calle, como nunca antes.“
Para ver de cerca los desafíos de un municipio, el Presidente Federal Joachim Gauck visitó Bergisch Gladbach en noviembre de 2015. “Lo lograremos”, asegura el alcalde Lutz Urbach. Pero añade una palabra a la frase: “Aún lo lograremos.” ▪