La alerta temprana salva vidas
El Sistema de Alerta Temprana de Tsunamis en Indonesia es un buen ejemplo de la idea central de la prevención moderna de catástrofes: “preparedness”.
El 2 de marzo de 2016, a las 19:49 hora local, tiembla la tierra ante las costas de Sumatra: 7,7 en la escala de Richter. En el centro de control del Sistema de Alerta Temprana de Tsunamis en Yakarta, el personal observa detenidamente los monitores. ¿Amenaza las costas una ola gigantesca? Con ayuda de simulaciones computarizadas son analizados datos proporcionados por cientos de sismógrafos y mareógrafos ubicados en el Océano Índico. Unos cinco minutos después, el ingeniero de servicio decide dar la alarma: alerta amarilla. Las radios y la televisión informan del peligro, son enviados SMS en forma masiva, en las aldeas costeras aúllan las sirenas instaladas en las mezquitas. Pero esa noche la ola no viene. Pronto cesa la alerta.
A más de 10.000 kilómetros de distancia, en el Centro Alemán de Geociencias (GFZ), en Potsdam, también el físico Jörn Lauterjung siguió el desarrollo de las observaciones. Para Lauterjung, el Sistema de Alerta Temprana de Tsunamis es como un hijo. “Estoy muy satisfecho”, dice, “de que la cadena de alerta haya funcionado, aun cuando no haya habido tsunami”. Y agrega: “Yo sigo la filosofía japonesa: no tuvimos una alerta fallida, tuvimos suerte”. Cuando se produjo el devastador tsunami de diciembre de 2004 no hubo lamentablemente ni suerte ni alerta: unas 230.000 personas murieron, a pesar de que muchas hubieran tenido tiempo de ponerse a salvo.
Salvar vidas con información temprana: ese es el enfoque del Sistema de Alerta Temprana. Lauterjung y sus colegas lo desarrollaron con socios indonesios por encargo del Gobierno alemán. Para el proyecto, Alemania puso a disposición unos 55 millones de euros a partir de 2005. El sistema fue entregado a Indonesia en 2011: un hermoso momento para Lauterjung, porque demostró “cuán grande es en Indonesia la identificación con el proyecto”. Los investigadores del GFZ continúan asesorando y capacitando a los 60 empleados del Centro de Alerta, que controlan la actividad sísmica las 24 horas del día, en tres turnos. Desde 2007 han desatado unas 20 alertas, en el 70 a 80 por ciento de los casos llegó efectivamente una gran ola.
Alta tecnología y expertos no bastan para asegurar la protección. Además se necesitan planes de emergencia y una población bien informada. Solo así puede llegarse al grado de preparación al que se aspira hoy en la prevención de catástrofes. Otros objetivos son mitigar lo antes posible las consecuencias de una catástrofe y evitar dolor humano y daños materiales. También el Sistema de Alerta Temprana incluye instruir a la población. Para ello fue creada una “Organización de Gestión de Desastres”, que informa en las aldeas sobre niveles de alerta y rutas de evacuación.
Ya sea en Indonesia u otros países: cuando Alemania proporciona ayuda humanitaria, el foco está puesto siempre en la prevención. Desde 2011, Alemania aboga por más prevención también en el marco de la “Preparedness Initiative”. Un aporte a la prevención es realizado asimismo a través de un paquete de medidas apoyado por Alemania y coordinado por la Cruz Roja Alemana: principalmente sobre la base de datos meteorológicos son definidos y determinados valores límite en Bangladesh, Perú, Mozambique y otros países. Cuando se alcanzan esos valores son iniciadas automáticamente medidas estándar de prevención, antes de que se produzca una catástrofe. Esas medidas preventivas basadas en predicciones significan poder ganar un tiempo decisivo en los preparativos para hacer frente a una eventual catástrofe. Alemania contribuye además a fortalecer la idea de la prevención en la Unión Europea y las Naciones Unidas, cooperando, por ejemplo, estrechamente con la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNISDR) y la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA). A nivel europeo, Alemania intervino intensamente para llegar al Consenso Europeo sobre la Ayuda Humanitaria y la Estrategia de la UE en Apoyo de la Reducción del Riesgo de Catástrofes en los Países en Desarrollo.
En la III Conferencia Mundial de la ONU sobre la Reducción del Riesgos de Desastres, llevada a cabo en 2015 en Sendai, Japón, Alemania estuvo representada por una delegación interministerial. En Sendai se aprobó un marco de medidas para la prevención de catástrofes que subrayó como nunca antes la importancia de la prevención de riesgos.
También estuvo presente en Japón el profesor suizo Jakob Rhyner, director del Instituto de Medio Ambiente y Seguridad Humana de la Universidad de la ONU y vicerrector de esa universidad en Europa. Como científico se ha ocupado, entre otras cosas, de analizar los peligros de avalanchas. También en Europa Central, dice, llevó siglos imponer el enfoque de la prevención. Ello tuvo, no por último, motivos culturales: las catástrofes estaban consideradas castigos de Dios y en muchos lugares sigue siendo así.
Otro obstáculo son los costos. La prevención, sin embargo, es una inversión que vale la pena. Los daños económicos producidos por catástrofes naturales ascienden a unos 270.000 millones de euros por año. Ese importe podría reducirse considerablemente a través de la prevención y el análisis de riesgos, dice Rhyner. Cada euro invertido en la prevención ahorra varios euros en la superación de las consecuencias, pues terremotos, tsunamis y huracanes hacen retroceder a países enteros en su desarrollo, tal como sucedió en Haití.
Mahamadou Issoufou-Wasmeier dirige la oficina de Agro Acción Alemana para Haití, en Puerto Príncipe. Cuando camina por las calles de la capital, mucho le recuerda aquel día de enero hace seis años, cuando un fuerte seísmo sacudió al país. Más de 220.000 personas murieron, millones quedaron sin techo. La catástrofe fue un llamado de advertencia. “Desde entonces hemos reflexionado mucho más sobre los riesgos”, dice.
Además de los seísmos, en Haití son grandes los riesgos de inundaciones y sequías. El país, que también sufre los efectos de El Niño, no solo se ve amenazado por grandes catástrofes, sino también por problemas cotidianos. Por eso, Agro Acción Alemana siempre tiene en cuenta en sus proyectos la prevención. “Para nosotros es un tema transversal. Ya sean la seguridad alimentaria o los sistemas de riego, la prevención siempre desempeña un papel”, dice Issoufou-Wasmeier.
Para que cada persona se comporte correctamente en caso de emergencia, Agro Acción Alemana desarrolló en Haití un vasto sistema de información. A través de comités en las aldeas ofrece cursos en los que se simulan situaciones de catástrofe. En ellos, los participantes aprenden a comportarse correctamente. La ONG llegó ya así a unas 25.000 personas.
La gran pobreza, sin embargo, dificulta los esfuerzos. “Los conocimientos sobre cómo protegerse es una cosa, pero la posibilidad de llevarlos a la práctica, otra”, dice Issoufou-Wasmeier. También Rhyner remite a los “factores subyacentes” que se subrayan también en la Convención de Sendai: pobreza, corrupción y conflictos aumentan el peligro de que un país sea severamente afectado por una catástrofe. “Los riesgos pueden ser aminorados en forma realmente eficiente solo si se reduce la pobreza”, concluye. ▪