Marlene Dietrich: estrella mundial, icono de estilo y leyenda
La actriz y cantante fue un fenómeno de su época e inspira hasta el día de hoy a numerosas personas en todo el mundo también por su postura política.
Marlene Dietrich es un icono de la pantalla grande que brilló en clásicos de la historia del cine. Es sinónimo de cambio, modernidad y emancipación. Una persona venerada, idolatrada y ampliamente imitada que, sin embargo, continúa siendo un enigmático mito.
La irrupción en una Berlín desatada
El 27 de diciembre de 1901 nace Marie Magdalene Dietrich en una familia burguesa de Berlín. Su padre es teniente de policía y su madre forma parte de una familia acomodada dedicada a la joyería. En su juventud, Marlene, como pronto decide llamarse, descubre la música, toma clases de violín y comienza a interesarse en el teatro y el cine.
Durante los inicios de la década de 1920, Marlene Dietrich se atreve a dar sus primeros pasos sobre el escenario y delante de una cámara. La vibrante metrópolis de Berlín es el entorno ideal para su irrupción. Su salto definitivo a la fama llega en 1930 con la película “El ángel azul” de Josef von Sternberg, en la que interpreta a la seductora Lola. Con su representación lasciva e irónica del chanson “Ich bin von Kopf bis Fuß auf Liebe eingestellt” (en español: “Estoy hecha para el amor de la cabeza a los pies”), se convierte en sensación. Y ese mismo año le llega la invitación de Hollywood.
Hollywood: el nacimiento de la mujer moderna
En EE. UU., “la Dietrich” se convierte en mucho más que “solo” una estrella de películas como “Marruecos” (1930) o “El expreso de Shanghai” (1932). Con su presencia, crea un nuevo concepto de femineidad que rompe con los estereotipos clásicos. Usa pantalones, fuma cigarrillos de forma despreocupada y sus personajes son complejos e independientes.
La vida de Dietrich no consta de juegos de estilo casuales, sino de señales premeditadas. En este marco, afirma que “yo no me visto para la moda, no me visto para un hombre o para el público. Me visto para la imagen que tengo de mí misma”. Esta imagen de la mujer moderna trasciende por completo la pantalla grande.
Segunda Guerra Mundial: actitud, en lugar de adecuación
En la década de 1930, el régimen nacionalsocialista busca a Marlene Dietrich con fines de propaganda. Sin embargo, ella rechaza la propuesta claramente y, en 1939, adquiere la ciudadanía estadounidense. Tiempo después, se dice que afirmó que “había que adoptar una postura, la neutralidad no era una opción”.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Marlene Dietrich realiza presentaciones para las tropas aliadas en el frente y canta para los soldados, también “Lili Marleen”, un chanson nostálgico sobre las despedidas, la esperanza y la espera de un reencuentro. Con su voz áspera y profunda, desata una fuerza emotiva que penetra en los soldados, independientemente del bando. Más tarde, en 1962, llega la canción contra la guerra “Where are all the flowers gone” (“¿Dónde se han ido todas las flores”).
Posguerra: éxitos mundiales y un retorno complicado
Una vez terminada la guerra, Marlene Dietrich continúa su extraordinaria carrera. Hasta la década de 1960, actúa en películas de directores famosos, como Billy Wilder, Alfred Hitchcock o Fritz Lang y adquiere un gran éxito internacional cantando en el escenario. En el marco de una gira por Europa, vuelve a Alemania y Berlín Occidental en 1960. El público queda fascinado, pero también hay quienes tienen rencores del pasado y la catalogan como una “traidora a la patria” por su postura durante la época del nacionalsocialismo.
Una madre afectuosa y enigmática
Detrás de la fría elegancia de la estrella mundial se esconde una personalidad compleja. Su hija nacida en 1924, la actriz Maria Riva, presenta en la biografía “Marlene Dietrich – Meine Mutter” (en español: “Marlene Dietrich – Mi madre”) a una mujer que oscila entre las dudas y el perfeccionismo. Los vínculos amorosos de Dietrich, por ejemplo, con Jean Gabin, Erich Maria Remarque y Yul Brynner, son legendarios, pero su interior permanece sellado, su vulnerabilidad se oculta detrás de una fachada de luces que resplandecen.
Retirada y legado
En la década de 1970, Marlene Dietrich se retira en París: postrada, aislada y, con frecuencia, bajo el efecto de medicamentos. El 6 de mayo de 1992 fallece alejada de la opinión pública que alguna vez la ovacionó. Su funeral en Berlín la lleva de vuelta al lugar donde comenzó su camino. En 1997, en el centro de la capital alemana se bautiza una plaza con su nombre y una placa: “Berliner Weltstar des Films und des Chansons. Einsatz für Freiheit und Demokratie, für Berlin und Deutschland” (en español: “Estrella mundial berlinesa del cine y del chanson. Dedicada a la libertad y la democracia, a Berlín y Alemania”).