Erich Kästner: un gran autor de libros infantiles – y mucho más
Sus libros infantiles han sido traducidos a más de 70 idiomas y, hasta el día de hoy, siguen vendiéndose por millones. Sin embargo, Erich Kästner no escribió solo para jóvenes lectores.
El tren traquetea hacia la capital; Emil se ha quedado dormido y sueña con cosas surrealistas. Cuando se despierta, su dinero ha desaparecido. Sus sospechas recaen sobre el misterioso hombre con sombrero que había estado sentado con él en el compartimento. Así comienza una salvaje persecución por Berlín. Emil encuentra camaradas solidarios: una banda de ingeniosos niños de la ciudad que desafían al mundo adulto y velan por la justicia.
“Emil y los detectives”, el primer libro infantil de Erich Kästner, publicado en 1929, lo convirtió de inmediato en una estrella de la literatura alemana e internacional. Hoy en día, la apasionante historia urbana, adaptada al cine en varias ocasiones, se lee con entusiasmo en todo el mundo. Le siguieron otros libros infantiles, todos ellos convertidos en clásicos atemporales: “Pünktchen y Anton” (1931), “El aula voladora” (1933) y “Las dos Carlotas” (1949).
Novelista y pacifista
Kästner, cuyo 125.º aniversario de nacimiento y 50.º aniversario de fallecimiento se conmemoran en 2024, fue y sigue siendo célebre sobre todo por sus relatos de niños valientes, ingeniosos y aventureros. Sin embargo, no solo se le recuerda como un destacado autor de libros infantiles, sino también como un escritor de literatura muy exigente. Su novela “Der Gang vor die Hunde” (Fabian, historia de un moralista), que no se publicó íntegra hasta 2013, de forma póstuma, está considerada una obra maestra . Es la historia de un intelectual alemán desempleado que deambula por el Berlín turbulento de finales de los años veinte. El libro se publicó por primera vez en 1931 bajo el título “Fabian”, aunque el editor eliminó entonces los pasajes eróticos. Kästner fue, además, poeta, cronista ingenioso y observador crítico de la sociedad alemana. Y, no menos importante, un pacifista comprometido que, tras los horrores del nacionalsocialismo, defendió la paz y los valores democráticos.
Maestro frustrado
Nacido en Dresde en 1899, Erich Kästner creció como hijo único en un entorno modesto. Su padre trabajaba en una fábrica de maletas, y su madre, emocionalmente inestable y con quien mantuvo una relación estrecha hasta su muerte en 1951, era empleada doméstica, criada y peluquera. A partir de 1913, Kästner asistió a un internado que formaba a futuros profesores. En esta época, publicó sus primeros poemas en el periódico escolar. Abandonó su formación como maestro de primaria poco antes de finalizarla. Sobre el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, Kästner escribió más tarde en su autobiografía: “El mundo estaba en guerra, y mi infancia había terminado.” En 1917 fue llamado al servicio militar. La brutalidad y el horror de la guerra le despertaron una profunda aversión hacia cualquier forma de militarismo.
Carrera como “poeta cotidiano”
En 1919, Kästner comenzó a estudiar historia, filosofía, germanística y teatro en la Universidad de Leipzig y se doctoró en 1925. Ya durante sus estudios, trabajó como periodista, y en los años siguientes se convirtió en un publicista solicitado gracias a sus críticas de teatro, reseñas, reportajes, columnas y sátiras en diversos periódicos. Para entonces, vivía en Berlín, la vibrante metrópoli de los dorados años veinte. Con sus poemas irónicos y mordaces, el poeta de la gran ciudad también se forjó una reputación. El propio Kästner los describía como “poesía cotidiana”, poemas para el día a día. De hecho, algunos de sus aforismos pasaron a formar parte del habla cotidiana en Alemania, como la popular expresión: “Las buenas intenciones de nada sirven, si no se actúa”.
Quema de libros y prohibición de publicación
Sin embargo, de nada le sirvieron a Kästner su popularidad como autor y el gran éxito de sus libros infantiles tras la llegada al poder de los nacionalsocialistas. Al contrario: su nombre no tardó en aparecer en una lista de autores prohibidos. Mientras muchos otros artistas y críticos emigraban, Kästner decidió permanecer en Alemania, a pesar de haber sido arrestado dos veces por la Gestapo. Incluso estuvo presente cuando los nazis, bajo la supervisión del ministro de Propaganda Joseph Goebbels, arrojaron sus obras al fuego durante la quema de libros en la plaza de la Ópera de Berlín en mayo de 1933. Al principio, creyó que aquella pesadilla terminaría pronto. Se consideraba, además, un testigo de su tiempo, decidido a dejar constancia de lo que ocurría en Alemania. A partir de entonces, publicó varios libros en el extranjero, como la exitosa novela “Tres hombres en la nieve” en 1934. Aunque tenía prohibido publicar en Alemania, siguió escribiendo bajo seudónimos y, sorprendentemente, llegó a escribir el guión de la película “Münchhausen”, promovida por Goebbels. Cuando esto salió a la luz poco antes del estreno en 1943, se dice que Adolf Hitler montó en cólera. La consecuencia para Kästner fue una prohibición definitiva de escribir.
Literato polifacético y presidente del PEN
Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, Kästner se trasladó a Múnich, donde vivió hasta su muerte, el 29 de julio de 1974. Como autor versátil, retomó su actividad creativa, escribiendo con fluidez en un estilo claro y directo. Trabajó, entre otras cosas, como jefe de la sección de cultura, editor de la revista infantil y juvenil “Pinguin”, y autor para teatro de cabaret, radio y cine. De 1951 a 1962 fue presidente del Centro P.E.N. alemán. Kästner se mantuvo fiel a su antimilitarismo durante toda su vida. Se implicó en el movimiento pacifista y con frecuencia lanzaba advertencias claras. La obra de Erich Kästner mantiene su popularidad a nivel mundial: tanto las aventuras de Emil en Berlín como su literatura para adultos y sus versos, cargados de ligereza, humor y, en ocasiones, un matiz moralista, siguen siendo atemporales.