“Apostamos por ciclos naturales”
Wolfram Wiggert y su familia practican la agricultura en la Alta Selva Negra de manera innovadora, sostenible y ecológica.
Señor Wiggert, su granja Haslachhof ha ganado la competencia nacional de agricultura ecológica en 2024. ¿Qué es lo que hace a su granja particularmente ecológica?
Un aspecto determinante es que tratamos nuestro suelo de forma muy sostenible. Los trabajos en el suelo son mínimos y aplicamos una rotación de cultivos muy variada que se repite cada nueve años. Durante tres años de estos, en nuestros campos crecen mezclas de alfalfa y hierbas de tréboles con plantas florales y hierbas que aportan una gran cantidad de nitrógeno al suelo y, de esta manera, se prepara para los siguientes cultivos, por ejemplo, de espelta, escaña, centeno o cebada. El trébol y la alfalfa generan una simbiosis con bacterias que permite que las plantas aprovechen el nitrógeno del aire. Así, por decirlo de algún modo, se fertilizan solos, al igual que las plantas que crecen a su alrededor. Apostamos por ciclos naturales de la naturaleza que, no en última instancia, aportan eficiencia.
Hablando de eficiencia, su granja demuestra también que la ecología y la economía pueden convivir en armonía. ¿Cuál es la clave de su éxito económico?
Somos bastante autosuficientes. Nuestro rebaño de vacas nodrizas con unas 90 de la poco frecuente raza local Hinterwald se alimenta exclusivamente con hierba y pienso de nuestras propias tierras. Ya he explicado cómo las hierbas de tréboles hacen que nuestros suelos sean más fértiles. Además, la hierba de trébol puede usarse para el funcionamiento de nuestra propia planta de biogás. Y, con la planta, obtenemos fertilizantes orgánicos que utilizamos, por ejemplo, para el cultivo de cereales. Gracias a la elevada calidad de nuestro suelo y la fertilización orgánica propia, en los últimos años hemos podido aumentar el rendimiento de los cereales alrededor de un 80 %.
El cambio climático afecta también a la agricultura en particular. ¿Cómo se adapta a esta situación?
En los últimos años, hemos experimentado exitosamente con cultivos que pueden crecer también con pocas precipitaciones, como el alforfón o el mijo. El mijo, por ejemplo, necesita aproximadamente un tercio del agua que precisa la avena. A su vez, el alto nivel de precipitaciones actual es una ventaja para la avena, lo cual afirma nuestra estrategia de apostar por una diversidad ecológica. Asimismo, nuestra sensibilidad climática se extiende también a la generación energética: nuestra planta de biogás suministra electricidad a más de 4000 personas de la región, mientras que el 100 % del calor residual alimenta la red de calefacción de la ciudad de Löffingen.